José Gutiérrez. Poeta

"Villar Ribot no fue pródigo en elogios y eso se termina pagando"

  • El autor del prólogo del libro póstumo, que ve la luz este mes, repasa su trayectoria literaria

-'El humo de los labios' es una trilogía en la que el primer libro es una reedición y los otros dos son inéditos. ¿Cuál es el hilo conductor de los tres?

-Son tres libros modulados por una voz poética propia y ya plenamente madura, aunque los dos primeros fueron escritos en los años 80, entre los 28 y los 34 años del autor. Los tres están unidos por esa delgada línea que separa el gozo del dolor, el amor del desamor y la vida de la muerte. De ahí la conocida cita de Píndaro que abre el primer libro de la trilogía: "El hombre es el sueño de una sombra".

-¿Qué etapa recogen los dos inéditos?

-Se trata de Vencido amante, escrito entre 1984 y 1986, y Desolación del territorio, que aparece sin fechar (Fidel no dejó señalada la cronología de esos poemas), pero que por los datos que conocemos y por el propio contenido del libro sabemos que fueron escritos ya en el siglo XXI, y en buena medida después de 2004.

-Y, formalmente, ¿qué características presentan?

-Fidel dominaba muy bien la estructura métrica del poema. En estos libros predomina el verso endecasílabo, libre de rima, alternándolo a veces con el heptasílabo y más raramente con el alejandrino. Pero lo que distingue su poesía, lo que le da sello propio, es el tono personal que ha sabido imprimirle, esa música reconocible con la que se expresa todo poeta verdadero.

-¿Por qué ven la luz ahora y no antes?

-Es una pregunta que tendría que responderla el autor, algo imposible, pero puedo decirle que Granada no ha sido ni es una ciudad fácil para los creadores que en un momento dado decidieron seguir su propio camino, al margen de modas y de cantos de sirena. Fidel mantuvo siempre su independencia personal y estética, su libertad creadora, y no fue pródigo en elogios a quienes podrían haberle abierto las puertas de colecciones o de tribunas literarias. Eso, obviamente, en una ciudad como Granada, se termina pagando.

-'El sueño de una sombra', la parte del volumen que es una reedición, también es de publicación relativamente reciente.

-Tuvo una edición (con portada de Juan Vida) en 2011, gracias al gesto desinteresado del poeta granadino Pepe Varos, pero fue un libro que apenas circuló, por lo que se puede casi decir que El humo de los labios es una obra nueva, inédita.

-¿Cree que si Fidel Villar Ribot hubiese vivido en otra ciudad que no fuese Granada su obra ocuparía ahora un lugar más destacado?

-Es difícil saberlo. En todas partes cuecen habas. Lo que sí parece claro es que si sus libros se hubieran editado en su momento, Fidel sería ahora un poeta mucho más conocido. Pero, en cualquier caso, creo que el tiempo acaba siempre por poner las cosas (y a los poetas) en el lugar que les corresponde.

-¿Cómo era la relación de Villar Ribot con la ciudad?

-Doble y contradictoria: de amor y de recelo. Era un enamorado de esta tierra y de sus creadores: Federico García Lorca, Francisco Ayala, Elena Martín Vivaldi, Rafael Guillén, José Heredia Maya, Carlos Cano y tantos otros. Y un gran conocedor de nuestro pasado histórico y del patrimonio cultural y artístico granadino. Pero también se sintió en ocasiones marginado, rechazado, y entonces se encerraba en su soledad, como un apátrida o un exiliado.

-¿Cuál cree que es el principal mérito de su poesía?

-Quizás la coherencia. El haberse mantenido siempre fiel a una voz, la suya, y a una poética. El no haberse dejado arrastrar por la efímera coyuntura de la moda literaria del momento. Y ese gesto final de enfrentarse a tumba abierta a su realidad personal, a la enfermedad lacerante, y hacer de esa meditación, de ese monólogo dramático, una obra de arte llamada a pervivir.

-En su opinión, ¿unas corrientes literarias silenciaron a otras en esta ciudad?

-Las corrientes literarias no son las que silencian. Pueden convivir perfectamente, y la historia literaria lo demuestra. Son las personas, al igual que ocurre todos los días en la vida, las que silencian, ocultan, desprecian, masacran o aniquilan a sus semejantes. La literatura no escapa a esa realidad irrefutable. Unas veces por acción, y otras por omisión, todos somos en parte culpables de no haber hecho en cada momento aquello que pudimos hacer por los otros.

-¿Hay previsto algún otro acto de homenaje en su memoria?

-No lo sé. Habría que preguntárselo a Pilar, su heredera. Pero sí me consta que quedan otros materiales inéditos, que imagino que paulatinamente irán viendo la luz.

-¿Cómo surgió su amistad con él?

-En el año 1976 coincidimos durante un par de meses como correctores de pruebas en la editorial universitaria, y de ese conocimiento y la mutua afición a la poesía surgió nuestra amistad.

-Ustedes compartieron varias publicaciones.

-Juntos preparamos la edición del libro Ámbito del paraíso, de 1978, en homenaje a Vicente Aleixandre, que un año antes había recibido el Premio Nobel. Y también hicimos una revista de poesía, en 1979, Aynadamar, de recorrido efímero, pues sólo se editó un número. Pero coincidimos como colaboradores en revistas y periódicos de los años 70 y 80.

-¿Qué destaca de su obra en su prólogo?

-Jugando con el excelente título del libro, digo precisamente eso: que su poesía no es humo, que el poeta no vende humo, sino que por el contrario sus versos son llama que nos alumbra y voz que nos interroga y nos enfrenta a las preguntas esenciales, tantas veces sin respuesta. A las únicas que en realidad deberían de importarnos.

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