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Vincent Cardá mira el resplandor de la muerte en la Galería Sandunga

  • El pintor castellonense expone en Granada 'La luz que nunca se apaga', una colección de cuadros en blanco y negro inspirados en las sensaciones que experimentó tras el fallecimiento de su padrel La exposición La luz que nunca se apaga se podrá ver en la galería Sandunga hasta finales de este mes de marzo.

La muerte de un ser querido puede inspirar una obra de arte. Ya lo demostró con creces Jorge Manrique en aquel magnífico Coplas a la muerte de su padre. Algo similar le sucede al castellonense Vincent Cardá que, desde el pasado viernes, expone en la Galería Sandunga de Granada la colección de cuadros La luz que nunca se apaga, una exposición inspirada no en la muerte, sino en la vida de su padre. Es la inspiración de los recuerdos.

"La muestra es un homenaje a mi padre. Gira en torno a su muerte. A partir del hecho de su muerte he querido hacer una referencia a todos los años que estuvimos juntos", dice el pintor, que estuvo presente el pasado viernes en la inauguración de la exposición. "Aunque las personas más queridas se vayan, siempre hay una luz que te dejan. Todos los cuadros giran en torno a esos recuerdos, en torno a esa luz".

Cuadros en blanco y negro que a veces parecen radiografías. Hermosas manchas de pintura enigmática sobre estruendosos fondos de luz. Oscuros agujeros de la noche. Las obras de Vincent Cardá poseen una hermosa e inquietante armonía. "Todas las obras son acrílicos con pigmentos", explica el pintor. "Quería que en todas hubiese un negro pigmentado. Me gusta mucho el juego de las veladuras y las transparencias. Las obras siempre tienen una constante, y es que se trata siempre de un fondo y una figura. Es ésa relación entre fondo y figura la que me interesa, ese juego de manchas que a veces es casual y otras veces absolutamente premeditado. Pueden parecer radiografías por tener el fondo negro y esas manchas que destacan".

La muestra, que estará abierta hasta finales de marzo, es un continuo debate entre luz y oscuridad. ¿Influyó artísticamente en el pintor la muerte de su padre? Tarda un momento en responder. "La verdad es que no lo había pensado antes. Tras su muerte, me di cuenta de que debía cerrar el círculo entre padre e hijo. Empezaron a salir las primeras obras teniendo un poco en mente la idea de esa luz que hoy sigue acompañándome, y creo que siempre nos acompañará a todos cuando perdemos a un ser querido".

"La luz que nunca se apaga", escribió en un texto introductorio a una exposición el propio Vincent Cardá, "es algo relativo a mi interior y más concretamente a un hecho que sucedió hace un año (en 2007): la muerte de mi padre. Aquello significó un duro golpe para alguien como yo, que siempre pensaba que la muerte a mi alrededor estaba muy lejos de aparecer".

En ese mismo escrito Cardá explicaba la técnica que había seguido para elaborar sus obras: "Lonetas de algodón persistentemente lavadas, pintadas, manipuladas. El dibujo, los vestigios de las superposiciones, la purificación de la limpieza. El grafismo directo, los cambios de textura apenas perceptibles. El blanco y el negro, el azul, los crudos en una gama infinita, el humo oscuro hasta la sombra que impregna solidificado el lienzo con la presencia obscena de lo real, la muerte. El gesto inconsciente, automático, premeditado, mágico, que se desliza desde la mano hasta la tela atravesando esa espacio de nadie (que después es de todos) entre el pintor y la obra. La mancha, esa larga y espesa mancha que luego se hace luz. Espacio atravesado de nuevo por la mirada absorta, inquisitiva, obtusa, emocionada, penetrante. La luz que nunca se apaga".

Los cuadros resultan magnéticos para el visitante a la galería. Captan inmediatamente la atención del que los mira porque parece que ellos también lo miran a él. Hay cierta reminiscencia del espacio, del Universo, una especie de atracción cósmica hacia el vacío. Son, en el fondo, la necesidad del hombre solo de mirar a la muerte sola, de frente, para llegar a tratar de entenderla sin asombros. Es la muestra de que los seres queridos también se pueden convertir en musas.

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