Una de las mejores noticias del año es la vuelta del bardo de Essex. Tras la torpe y forzada incursión en músicas ajenas a su ideario de su ya lejano disco anterior, vuelve para devolvernos la fe con su guitarra afilada heredera de la angustia punk y sus textos de compromiso social de ascendente folk. Vuelven esas conmovedoras canciones en las que mezcla el amor y la política como ningún otro ha sabido hacer. Lo hace con sosiego y esperanza y conserva ese acento brutal de clase trabajadora con el que nos emocionó. Maravilloso Billy Bragg.
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