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En el alma de Granada

Cuando se habla de Granada y la música, además de sus creadores -Falla, García Román, Juan Alfonso García- hay que referirse a su máxima expresión como es el Festival Internacional de Música y Danza. Cuando me llega la noticia de la muerte de uno de los más importantes directores de orquesta españoles, Jesús López Cobos, la memoria empieza a rebuscar en sus vericuetos los momentos que vivimos escuchando sus interpretaciones en su rico y variado repertorio, desde que se presentó por vez primera en el certamen, en 1974, estrenando Piezas aúreas, de García Abril y completando la actuación, con la Nacional, con el Concierto para violonchelo de Schumann, y Cuadros de una exposición, de Mussorgsky-Ravel. Era ya un afamado director a nivel internacional, que había comenzado sus espiraciones musicales en Granada, dirigiendo el Orfeón Universitario, para después marchar a Madrid y a Alemania donde completó su sólida formación musical.

En su dilatado paso por el Festival he señalado, en las reseñas críticas, la robustez y preparación que ponía en sus versiones, con programas variados y de la máxima solvencia. Recuerdo, entre tantos otros momentos, el programa Falla, Ravel y Bartok, en 1981, en el que cerró la edición con una de las magníficas versiones que de laNovena, de Beethoven, hemos escuchado en el certamen granadino, con la Nacional y el Orfeón Donostiarra. En López Cobos teníamos la seguridad que ofrecen los grandes maestros. Por cierto días antes López Martínez ofreció el Te Deum, de Bruckner, en un ambiente polémico al eliminarse del programa la obra Epiclesis, de Juan Alfonso García. Dos directores españoles frente a frente, en dos programas ambiciosos.

López Cobos no ha rehuido los grandes retos en el Festival que clausuró un año después con una vibrante interpretación de La condenación de Fausto, de Berlioz. Arriaga, el Réquiem, de Mozart, Orfeo y Eurídice, e infinidad de actuaciones magistrales, entre la que destacamos las del año 2000, con el estreno de Epiclesis I, de Juan Alfonso García, orquestación de Francisco Guerrero, y la extraordinaria versión de la Novena sinfonía, de Bruckner, con la London Symphony Orchestra. Recordamos la última aparición del director, el 20 de junio de 2014, sustituyendo al fallecido Rafael Frühbeck en otro de sus ambiciosos programas: Las Cuatro últimas canciones, de Richard Strauss y la Sinfonía fantástica, de Berlioz, dirigiendo a la Danish National Symphony Orchestra. La emoción, desde la calidad, que puso López Cobos en los Vier Lexle Lieder rubricaron la nota de perfección y belleza que sus interpretaciones han dejado en lo mejor de la historia del Festival en el que los grandes directores españoles, desde Argenta, han estado a la altura de las más prestigiosas batutas internacionales que por él han pasado.

Jesús, desde sus inicios en Granada, hasta sus exigentes participaciones en el más importante foro musical , nos dejará un imborrable recuerdo porque la música de tan diversos autores por él desgranada formará parte de la memoria y del alma sonora de una ciudad, a través de lo más vital de ella, su Festival Internacional.

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