el arte de la viñeta

Todo americano lleva dentro un SUPERHÉROE

  • El estreno de la espectacular adaptación 'Capitán América' ha puesto de actualidad un personaje ideado en 1941 como parte de la propaganda de EEUU contra el nazismo

Según la historia oficial, Marvel Comics nació en noviembre de 1961 coincidiendo con el lanzamiento de las aventuras de los 4 Fantásticos. Como toda versión oficial, ésta es parcial y tendenciosa. Antes del cuarteto fantástico y Spiderman, antes de Hulk y Thor, antes de los mil y un mutantes de X-Men, la empresa llevaba dos décadas bregando en las turbulentas aguas del mercado (de hecho, unos años antes del boom, en 1957, a punto estuvo de declararse en bancarrota). La compañía, fundada por Martin Goodman a finales de los 30, pasó por varios nombres hasta consolidarse; el definitivo lo tomó de su primer éxito editorial, la revista Marvel Comics, lanzada en octubre del 1939. El primer número de ésta presentaba a dos superhéroes de distinto signo: Antorcha Humana, un personaje reciclado posteriormente para incorporarlo a los 4 Fantásticos, y Namor, príncipe de un imperio en las profundidades del océano. Un par de años después, la casa completó su particular Santísima Trinidad con la llamada a filas de su primer icono duradero.

El Capitán América, una creación del guionista Joe Simon y el dibujante Jack Kirby, vino al mundo en marzo de 1941 en una coyuntura muy concreta; baste decir que en la portada de su primera historieta el campeón yanqui aparecía arreándole un puñetazo a Adolf Hitler. El detalle es revelador pues, según esa historia oficial que decíamos, los EEUU habrían entrado en guerra en diciembre de ese año y a la fuerza. Como digo, las versiones oficiales son siempre interesadas e incompletas. Este nuevo paladín era tanto o más patriota que Superman de la DC Cómics, el espejo en el cual se miraron el resto de editoriales hasta la década de los 60: no contento con servirse de los colores de la bandera, el diseño del traje del capitán incluía también las barras y estrellas. La ficción, hija de la propaganda, apelaba al héroe que todo americano lleva dentro. Debido a las privaciones de la Gran depresión, Steve Rogers, el protagonista, era un joven debilucho y enfermizo. Al ser rechazado por el ejército, Rogers se presta a cierto experimento militar; de allí saldrá convertido en un hombretón cuadriculado, un guerrero superdotado que combatirá el nazismo en todos los frentes.

La estrella del Capitán América empezó a declinar con el final de la contienda. En los años 50, adaptándose a los tiempos, devino un implacable perseguidor del comunismo, un voto de fidelidad obligatorio para todos los superhéroes en tanto duró la Guerra Fría. El incombustible Stan Lee, que había colaborado como guionista en los primeros álbumes de Captain America Comics, repescó al personaje en 1964 para integrarlo en una nueva formación, Los vengadores, la respuesta de Marvel a la famosa Liga de la Justicia de DC. Cuando cambiaron los vientos, el buen patriota sufrió un último remodelado para convertirse en adalid de la lucha contra las injusticias sociales. Estas transformaciones serían un óptimo indicador para estudiar los cambios habidos en el establishment norteamericano desde la II Guerra Mundial hasta hoy. La editorial anunció oficialmente su muerte en 2007, pero ya saben el valor tan relativo que damos a eso de "oficial". El Capitán América no tardó en volver de entre los muertos con más ganas de jaleo que nunca.

Últimamente, el superhéroe ha participado en varias iniciativas interesantes, pienso en El Proyecto Marvels, una serie de ocho entregas publicada entre octubre de 2009 y julio de 2010 que conmemora el septuagésimo aniversario de la empresa. El editor Tom Brevoort ofreció la idea al guionista Ed Brubaker y al dibujante Steve Epting, ya fogueados en anteriores aventuras del personaje. Se trataba de revisar los tebeos de los años 40, de actualizar y adecentar la crónica fundacional, de trenzar las tramas de antaño en una nueva al gusto de hogaño. La propuesta se asemeja poderosa, quizás inevitablemente, a Watchmen: la historieta se fusiona con la Historia para crear un tiempo alternativo. Una ucronía: el Proyecto Marvels habría sido un programa secreto respaldado por el presidente Roosevelt. ¿El objetivo? Diseñar supersoldados que pudieran enfrentarse a las huestes de Hitler, quien, a su vez, respaldó un programa afín: el Proyecto Nietzsche. ¿Su objetivo? Diseñar supersoldados con los que meter el mundo en un puño.

Presten atención al detalle: el superhéroe yanqui se parece como una gota de agua a otra al superhombre ario por quien brindaban los jerarcas nazis mientras en la gramola retumbaban los épicos acordes de Richard Wagner, una banda sonora válida asimismo para las milicias Marvel. Si los autores repararon en este detalle, optaron por pasar de puntillas. La historia oficial se atraganta con ciertas verdades.

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