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Que 40 años no son nada

  • La única mujer que participó en la organización del primer acto que conmemoró el nacimiento de García Lorca recuerda a aquellos que lucharon entonces, sobre todo los que ya no están

Se dice que para dar muerte a un poeta, muerte verdadera, hay que matarlo dos veces: una con la muerte y otra con el olvido. Y aunque en el '5 a las 5' de ayer se echó en falta a los integrantes de aquella famosa comisión organizadora del primer homenaje de 1976 -sólo asistieron dos personas además de Antonina Rodrigo- el patio de la casa del poeta estaba lleno de gentes de todos los estilos, de todas las edades y procedencias. Llegados no sólo desde Fuente Vaqueros y Granada, sino desde otros puntos de España. Gentes rebosantes de orgullo por el poeta, que admiran su figura y su obra. Y que disfrutan reuniéndose en el epicentro del universo lorquiano, que es Fuente Vaqueros.

Ayer por la tarde, Federico volvió a vivir intensamente . Y lo hizo, sobre todo, en los labios de Antonina Rodrigo, que no sólo fue la única mujer que participó en la organización del primer '5 a las 5' sino que ha estudiado la vida y la obra lorquianas, sobre todo la figura de Mariana Pineda.

La escritora recibió su Pozo de Plata y con un fantástico sentido del humor habló, diciendo que ella "no entiende de protocolos". No se olvidó de lanzar algún que otro piropo al alcalde Paco Cuenca: "Aquí tenemos al alcalde recién estrenado, por fin", le dijo la escritora públicamente.

La presencia socialista era alta. No asistieron políticos de otro signo, y el acto discurrió con un tono relajado y amigable, muy lorquiano. Aunque 40 años no son nada, sí que lo son para este homenaje anual al poeta que comenzó como un acto reivindicativo, no sólo de su memoria, sino de aquellas personas que cayeron en circunstancias parecidas. Con el paso de los años, el '5 a las 5' ha perdido ese cariz de reivindicación con el que comenzó, aunque igual que en sus orígenes sigue convocando a personas muy distintas, cada una con su ideología pero unidas por el amor que sienten hacia el poeta. Por ello, Antonina Rodrigo reivindicó la vigencia de la obra de Federico, "por su constante acercamiento a las angustias y las preocupaciones de su pueblo".

También habló del pasado, de aquel año de 1976 donde 33 personas se atrevieron a organizar el homenaje a Lorca. "Con mucho interés, con personas trabajando cada una en una faceta, con Jerónimo Páez, por ejemplo, yendo a hablar con el gobernador, moviéndose con unos y otros desde el Club Larra, haciendo llamadas", recordó Pepe Salobreña, uno de los miembros de aquella comisión de 33 que asistieron ayer a Fuente Vaqueros. También estuvo Eduardo Castro. "Se ha intentado hacer algún tipo de convocatoria pero al final no ha salido adelante. También es cierto que muchos ya han fallecido".

Y es cierto, ya no están el abogado Antonio Jiménez Blanco, ni Rafael Fernández Píñar, entre otros de los que asistían a aquellas reuniones clandestinas en El Realejo para preparar el homenaje.

"En aquellos tiempos tenebrosos hubiese sido impensable reivindicar su muerte, tuvimos que escudarnos en la estrategia de celebrar el nacimiento del poeta para que nos permitieran hacerlo", recordó Antonina Rodrigo en su discurso tras recoger el Pozo de Plata.

"Eran tiempos confusos los de entonces, con la cercana sombra de la dictadura, pero aquella celebración se convirtió en una fiesta de la libertad, por la que el poeta más luminoso y universal volvió a vivir".

No olvidó Antonina Rodrigo mencionar el permiso de media hora que se les concedió aquel 5 de junio para recordar a Federico de forma pacífica "con la palabra y la razón como armas, en una plaza custodiada por el férreo aparato franquista, con presencia de tanquetas, fusiles, metralletas y demás material represivo. Federico latió intacto en aquellos miles de personas conmovidas. Treinta minutos bastaron entonces para tanto silencio que fue notariado por cientos de periodistas españoles y extranjeros".

La escritora dedicó el galardón a los otros 32 compañeros que formaron la comisión para la celebración de aquella fiesta de la libertad. En el público, Purita Vaquero, asistente al homenaje de 1976 aunque sin pertenecer al comité organizador, asentía moviendo la cabeza a todo lo que decía Antonina. "Tú no te puedes imaginar lo que fue aquello, con la policía escondida en los maizales y en la vega. Un señor pidió permido para entrar al servicio, y pensaban que era un terrorista, a Pepe Ladrón de Guevera lo cortaron y se quedó sin mencionar la palabra paz porque ya había acabado la media hora permitida", contaba.

Tras la entrega del Pozo de Plata y un agradable concierto que repasaba los textos lorquianos y que hacía una bonita ilusión a la niñez del poeta titulado Espejo. Capricho Escénico, a cargo de Bum Creaciones, se inauguró la exposición de José Caballero Buscaba el amanecer.

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