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"Es antidemocrático prohibir libros y cuadros; hay que combatirlo"

  • Mario Vargas Llosa narra en 'El último de la tribu', una autobiografía intelectual, su viaje desde la izquierda al liberalismo

Mario Vargas Llosa, ayer en la Casa de América de Madrid.

Mario Vargas Llosa, ayer en la Casa de América de Madrid. / javier lizón / efe

Aunque afirma que no quiere "llevar un cartelito" que lo defina ideológicamente, Mario Vargas Llosa ha ejercido muchas veces de adalid del liberalismo, doctrina que el Nobel de Literatura peruano reivindica ahora en La llamada de la tribu, una autobiografía intelectual y política en la que explica su desencanto con la izquierda y su abrazo al liberalismo. En el libro, el ya octogenario autor de Conversación en La Catedral rinde homenaje a los siete pensadores liberales que más le influyeron en ese camino de transición ideológica tras su ruptura con el comunismo y el existencialismo.

"El triunfo de la Revolución cubana tuvo un efecto gigantesco en mi generación", contó ayer en Madrid, en la presentación del libro que publicará Alfaguara en unos días. "Vimos lo que creo que todos buscábamos: un socialismo abierto, sin una estética dogmática, que permitiría la discrepancia y la diversidad". Sin embargo, tras el entusiasmo inicial, acabó sintiéndose "como los curas que cuelgan los hábitos". "Descubrí que la democracia no era esa máscara del imperialismo que nos decía el comunismo, sino lo que permitía que se viviera en una sociedad donde se podía discrepar del poder", explicó. Y fue en los años 70, durante su estancia en la Inglaterra de Thatcher, cuando descubrió el libro que políticamente más lo ha marcado: La sociedad abierta y sus enemigos, de Karl Popper.

Vargas Llosa define el liberalismo como una doctrina -que no ideología, insiste- que parte de convicciones compartidas como que el peligro para la libertad viene principalmente del Estado o el principio de la igualdad de oportunidades, presente ya en Adam Smith. "Todas las grandes reformas sociales que se han hecho en democracia tienen un perfil liberal", proclamó. Implacable en sus críticas al socialismo -"piensen en lo que ha sido el peronismo para Argentina, que era un país próspero y culto, y fíjense lo pobre y caótico que es hoy"-, el escritor no se mordió la lengua cuando le preguntaron por las elecciones presidenciales de abril en Venezuela, que -auguró- "serán una farsa y un fraude espectacular".

Puestos a hablar de conflictos políticos, tampoco evitó el autor de La ciudad y los perros pronunciarse sobre la situación en Cataluña: "Espero que vuelva a ser la vanguardia ideológica, cultural y social de España", dijo. El nacionalismo es un "anacronismo", un "monstruo" y una "fuentes de disparates", amén de una "ideología tóxica y fabricada artificialmente". "Pero de la misma manera que se ha fabricado puede también desvanecerse. Tengo la impresión de que ese proceso ha comenzado. Muchos catalanes se dan cuenta ya de los estragos que está causando el nacionalismo, y por ello va a volver la sensatez", añadió.

Respecto a la polémica en ARCO tras la retirada de la obra de Santiago Sierra Presos políticos en la España contemporánea o la prohibición judicial del libro de Nacho Carretero Fariña, sobre el narcotráfico en Galicia, no dudó en defender la libertad de expresión. "La cultura debe manifestarse con libertad, nos guste o no". Incluido el "pseudoarte", matizó. Presos políticos no es una obra de su agrado, explicó, y además "el cuadro de ese señor era una estupidez", pero retirarlo fue "una locura, pues le dio prestigio a una simple provocación". "La censura no debe existir. Prohibir libros y cuadros es absolutamente antidemocrático y hay que combatirlo. Es un gravísimo error, y además la función del arte es sacar los demonios de la jaula y mostrarlos a plena luz", recalcó antes de admitir su "preocupación" por la salud de la libertad de expresión en España.

Sobre el escenario español, en el que "muchas cosas andan mal", puntualizó que ahora "no hay ningún partido liberal en el poder", en referencia al PP. "Sólo un partido se ha declarado liberal, que es Ciudadanos", y por ello, concluyó, "es difícil no sentir simpatía" por Albert Rivera y compañía.

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