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El ataque de Hombres G

  • La banda liderada por David Summers actuó ayer en el Palacio de los Deportes ante cerca de 4.000 personas dentro de la gira de su 30 aniversario

Las cerca de 4.000 personas que ayer acudieron a la cita con su memoria sentimental se sacudieron tres décadas de un plumazo en cuanto sonaron los primeros acordes del concierto de Hombres G. David Summers, que en este tiempo ha cambiado su imagen de universitario de sus comienzos por la de maduro interesante, demostró que su tirón con las fans no ha cedido al paso del tiempo, igual que sus canciones. Que un tipo de más de 50 años cante estribillos como el de Marta tiene un marcapasos y no parezca un cantante trasnochado que se ha equivocado de década tiene un mérito más que incuestionable. Y eso que, pese a que Hombres G nació en plena efervescencia de la Movida madrileña y los pelos de colores, nunca han necesitado deslumbrar con su vestuario y, como es su costumbre, se presentaron con un atuendo más que desenfadado con el que no habrían podido entrar tras el concierto a algunos de los locales de moda de la ciudad.

El caso de David Summers y el de sus compinches es parecido al de Raphael, sólo que en el caso de Hombres G estos han tomado la sabia decisión de no recurrir al Just for men para atemperar las canas; por lo demás, siguen ofreciendo canciones optimistas, blancas, que enlazan al segundo con ese corazón adolescente que todo adulto guarda con más o menos sigilo.

Hace unos meses, Toreros Muertos también pasó por Granada con una gira en la que celebraban los 30 años de la banda, aunque en el caso de Pablo Carbonell y los suyos, la nostalgia tenía mucho de surrealismo, de la provocación de canciones como Me gusta jugar con mi amigo Manolito. Por su parte, Hombre G apela a la ingenuidad con toques gamberros, a la música marchosa de siempre que alternan con unas baladas que sirvieron a muchos para ir a recargar pilas al ambigú. "No cambiaría ni una coma de mis canciones", dijo recientemente David Summers, consciente de que no ha necesitado ser Joaquín Sabina para conseguir vender más discos que nadie y para ser una de las pocas bandas a las que el caliente público de Sudamérica ha adoptado en un amor a primera canción.

Lo mejor del concierto es que no escamotearon al público las canciones por las que habían pasado por taquilla. Así, Venezia, Devuélveme a mi chica, Marta tiene un marcapasos o Suéltate el pelo fueron coreadas convenientemente por los fans de la banda, que comenzó su gira aniversario el pasado viernes en Murcia y que, tras el concierto de Granada, desembarcará el 26 de junio en la Plaza de las Ventas, un escenario reservado en la actualidad para muy pocos grupos y que es como un termómetro de la salud de las bandas en cuanto a la respuesta del público.

Con 30 años a sus espaldas sobre los escenarios, con un descanso de una década, la banda ha acumulado éxitos, amigos y anécdotas. A finales de los 80, cuando viajaban en furgoneta, jugaban a que el conductor fingiera estar dormido, ante el pánico de todos los que los adelantaban, en una época en la que todavía no existía el carnet por puntos. Hombres G demostraron en el Palacio de los Deportes que hay nostalgias optimistas, que recargan las pilas como un Red Bull y que consiguen que, por un par de horas, se borren las fechas de nacimiento en el DNI. Y eso que, además de los coetáneos de Summers y compañía, muchos de los espectadores casi ni habían nacido cuando la banda triunfaba en los grandes escenarios y en las salas de cine, donde llegaron a estrenar dos películas que no optaron a los Oscar, pero que tuvieron un recorrido comercial que ya hubiesen querido cineastas de culto.

Una noche para recordar y para demostrar que los primeros amores, igual que las primeras bandas, siempre tienen un lugar en el corazón.

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