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Una belleza compleja

  • Dos años después de 'The Gras is Always Greener', Barbara Morgenstern crece, en todos los sentidos, con su nuevo álbum

Continuación de aquel seductor The Grass is Always Greener (2006), la nueva entrega de la alemana Barbara Morgenstern, escuetamente titulada BM, mantiene intactas las señas de identidad que han hecho de su carrera una de las más atractivas en la antaño fértil, quizás hoy a medio gas, escena berlinesa de electrónica con ribetes pop y una cierta vocación sino por la experimentación en sentido estricto, al menos sí por jugar de manera inequívoca con timbres, texturas y estructuras a la búsqueda de nuevas sonoridades.

Vocalista de dulzura desarmante e imaginativa compositora -casi siempre partiendo del piano a la hora de perfilar sus atractivas líneas melódicas-, su carrera, iniciada en 1999 con la publicación de Vermona ET 6-1, gana en consistencia a cada nueva entrega perfilando un universo propio que conjuga con acierto una accesibilidad (casi) para todos los públicos con, paradojas, un obvio marchamo de exploradora avanzada. Así se explica, espero, que siendo BM un álbum más arriesgado en sus planteamientos formales que The Grass is Always Greener, resulte incluso más encantador que aquél.

Se diría que Morgenstern crece como compositora, pero no sólo porque su música resulte ahora más compleja, sino, sobre todo, porque sabe revestir esa complejidad con una apariencia de naturalidad que cautiva la atención y contagia emoción. Lo logra, sin despeinarse, aunque con la ayuda del venerable Robert Wyatt, en esa pieza de señalado romanticismo que es Camouflage -la única exclusivamente cantada en inglés, aunque con una línea de texto mínima-, pero todavía le quedan una docena de cortes sin apariciones estelares -exceptuando, si consideramos como tal, la colaboración en Hustefuchs de la chelista Julia Kent, invitada con anterioridad en grabaciones de Rufus Wainwright o Devendra Banhart, entre tantos otros- para demostrar que sola se basta y sobra para hacer de este nuevo trabajo quizás el más importante de su carrera y uno de los candidatos aventajados en las inevitables listas de lo mejor del año.

Alternando cortes de extraño lirismo -Driving my Car, Hochhaus- con temas para pistas de baile de otro mundo -Come to Berlin-, incursiones especulativas -Für Luise, My Velocity- o canciones enormes -Reich & Berühmt, Deine Geschichte-, BM certifica al mismo tiempo su condición de disco mayúsculo y el nombre de su artífice, más allá de la supervivencia de una escena, como el de un personaje ineludible de la electrónica europea.

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