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Una biblioteca de alta alcurnia

  • El Palacio de Carlos V acoge la presentación de un libro-catálogo sobre los 424 volúmenes que integran la colección de libros del conde de Romanones, el germen del actual archivo de la Alhambra

En la actual Biblioteca de la Alhambra hay 424 volúmenes de alta alcurnia. Tanto que hasta tienen su escudo heráldico, en este caso un sello que certifica su pertenencia al legado del conde de Romanones. Es una colección en la que destacan obras de literatura de viajes, de Historia y de Arte relacionadas de una u otra manera con la Alhambra, Andalucía y el Islam. Este material protagoniza el libro El legado del conde de Romanones en la Biblioteca de la Alhambra, que cuenta con un extenso estudio preliminar del historiador Manuel Titos y que se presentó ayer en el Palacio de Carlos V.

El conde de Romanones legó los cerca de 500 libros en 1909, "una aportación fundamental a la actual Biblioteca de la Alhambra porque son volúmenes de una rareza extraordinaria", señala Manuel Titos. Pero este material ya había estado almacenado en el monumento nazarí con anterioridad. "La colección estuvo en un apartamento que tenían alquilado en la parte superior de la Torre de la Justicia los marqueses de Loring, de la célebre familia de adinerados malagueños", explica el historiador sobre una época -últimas décadas del siglo XIX- en la que buena parte de las estancias de la Alhambra estaban cedidas a distintas personalidades. Los Loring, amantes del coleccionismo bibliográfico, se hicieron con una importante colección de libros comprados en todo el mundo, a través de representantes en las principales casas de subastas para adquirir cualquier ejemplar relacionado con la Alhambra. Más tarde, la Torre de la Justicia pasó a ser ocupada por un yerno de los Loring que era a su vez el hermano mayor del conde de Romanones. Este hombre, José Figueroa, conde de Irueste, murió en 1901. "En este momento, tanto los libros que había acumulado él como los de sus suegros pasaron a ser propiedad del conde de Romanones", explica Titos. Así, los libros salieron de Granada con destino a Madrid y, con posterioridad, a una finca que los Romanones tenían en Cartagena. Finalmente, tras ocho años, el conde de Romanones empaquetó la biblioteca con destino a la Alhambra. En definitiva, una historia de nobles ilustrados. "Pero gracias a esta historia los libros se coleccionaron y luego se donaron sin dividirlos", apunta Titos. "Gracias a este gesto de la nobleza potentada se pudo conservar este material".

Se trata de "la mejor colección de libros de viaje que hay en Andalucía porque todos los viajeros que aparecieron por Andalucía en el siglo XIX aparecen aquí". Está, por ejemplo, el libro de fotografías que Charles Clifford hizo con motivo de la visita de Isabel II a Andalucía y Granada en 1862. No hay instantáneas de la reina en la Alhambra porque no le hizo un seguimiento tipo Hola sino que aprovechó la visita para retratar Andalucía, su arquitectura y sus paisajes. Está también una "joya bibliográfica extraordinaria" como el libro de Antigüedades árabes de España que editó la Academia de San Fernando en el siglo XVIII, ejemplar que actualmente está expuesto en el Palacio de Carlos V con motivo de la exposición sobre Owen Jones y la Alhambra.

También destacan piezas como el atlas Civitates Orbis Terrarum (1577-1590), Voyage pittoresque et historique de l'Espagne (1812), varias obras de Antonio Afán de Ribera sobre la cultura popular granadina o clásicos de Charles Dickens. Y también algunos libros de Washington Irving. "En general son libros de Historia, descriptivos, que sirven para conocer cómo era la situación en el momento en el que se publicaron", destaca Titos. Respecto a los libros de viajeros, escritos casi todos en el Romanticismo, "tienen una mezcla de ficción y realidad, pero no importa que no cuenten la estricta verdad porque el historiador tiene que saber lo que quieren decir, lo que esconden", concluye el investigador.

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