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En busca del tiempo de Stevenson

  • En la obra de Simón Zábell las influencias de otras modalidades artísticas, como la música y la literatura, son una realidad indiscutible Expone en la galería sevillana Alarcón Criado

Dicen mis compañeros críticos de arte, sobre todo los más jóvenes, que se me ve mucho el plumero con los pintores granadinos de la generación de los noventa. Como para que no se me notara, si tuve el gran honor de verles nacer artísticamente, de escribir sobre sus primeras exposiciones -cuando eran casi unos niños y formaban piña de la mano de Emilio Almagro-, de prologar sus primeros catálogos y de verles hacerse grandes en una plástica española en la que ellos han puesto mucho orden y han dado mucha trascendencia. Llevan razón, los tengo a todos en mi alma de viejo y apasionado crítico. Miembro especial de ese grupo -creo que no estaríamos equivocados si se le nombrara como el Grupo Sandunga o Grupo Arteaga por la galería donde comenzaron y la calle donde esta estaba-, artista de número es Simón Zábell. A él, como a los demás, lo he seguido, he sido testigo de sus muchas comparecencias y de sus numerosos éxitos, el último el Premio de Pintura Pepe Estévez, que tanta repercusión mediática tuvo y que formalizó una nueva modalidad dentro de la concursística. Por eso una exposición del artista malagueño-granadino es cita obligada en nuestra dinámica a través de los circuitos expositivos andaluces.

Carolina Alarcón y Julio Criado son, actualmente, de los galeristas con más entusiasmo y dinamismo que se puede encontrar en este universo de las galerías tan apagado en los últimos años. Su catálogo de artistas, variado, sensato, con vocación de futuro y clara intención internacional, no pasa desapercibido en los muchos eventos, por todo el mundo, a donde acuden. En su cuidada nómina de artistas ocupa un lugar importante, por méritos propios, Simón Zábell que, en estos días de la primavera sevillana, llega con su obra hasta la galería de la calle Valverde.

Simón Zábell es un artista culto; en su obras las influencias de otras modalidades artísticas, como la música y la literatura, son una realidad indiscutible que no pasa desapercibida -acordémonos de aquel proyecto La casa de Hong Kong lleno de gran intensidad poética o aquel otro en el que la música constituía toda una realidad partiendo de una escena legendaria protagonizada por unas piezas musicales creadas por la familia real de Hawai, momentos antes de ser derogada la manarquía que ellos representaba para ser asumida por Estados Unidos-. Ahora, el artista malagueño afincado en Granada nos presenta ese proyecto titulado Our men in Tahiti en el que lleva tiempo inmerso y que lo ha llevado por varias partes del mundo a investigar sobre el escritor Robert Louis Stevenson y, particularmente, sobre la obra Bajamar. Pasajes de la obra literaria, escenarios donde transcurren las escenas, escritos sobre la misma y especialistas en la obra de R.L. Stevenson son analizados por la minuciosa mirada de Simón para extraerle toda su esencia y, más tarde, posicionarlos para que sirvan de base a sus pinturas, esculturas, grabados y hasta un documental. Todo ello valida una obra llena de esquematismos compositivos, de gran economía de medios artísticos y con una sutil representación en el que dos elementos sobresalen especialmente y con una gran carga ilustrativa, la silueta de una palmera y un barquito que surcan unos especialísimos mares en unos horizontes de suma sutileza cromática donde las gamas apasteladas configuran unos paisajes llenos de intensidad creativa y sabios desarrollos significativos.

Simón Zábell nos construye unos escenarios que implican a la mirada y la hace cómplice de unos intereses con fuerte carga metafórica, a la vez que plantean unos desarrollos pictóricos esenciales, sutiles, llenos de contención ilustrativa y portadores de un gran atractivo visual.

En Our men in Tahiti, Simón Zábell nos vuelve a situar en esa pintura analítica que encierra más que muestra, en esos paisajes presentidos donde la escueta realidad marca inquietantes surcos de expectación. Una pintura bella en continente y contenido y que establece distancias entre lo que la vista descubre y lo que la idea manifiesta. En ella nos encontramos esa manera tan particular del artista en la que a las capas de óleo yuxtapone estarcidos con aerógrafo de tonalidades fluorescentes. La exposición se completa con un vídeo realizado por Gonzalo Posada que nos informa sobre toda la realidad del proyecto, lo que es la propia novela, los lugares que describe, intervenciones de especialistas en la materia y todo cuanto contribuye a una realidad literaria artística que Simón Zábell hace infinitamente trascendente.

De nuevo nos encontramos con la obra de un artista grande, relator de una pintura bella en fondo y forma y que deja entrever las infinitas circunstancias artísticas de un pintor distinto que siempre te ofrece sabias situaciones de un arte que, con él, nunca deja indiferente.

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