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El camino marcado

Festival Internacional de Jazz de Granada. Fecha: sábado 6 de noviembr. Lugar: Teatro Isabel la Católica. Aforo completo: 700 personas.

La segunda entrega del programa central del Festival repetía el mismo formato que la primera, un cuarteto liderado por un saxofonista acompañado por contrabajo, piano y batería, aunque el planteamiento general de la actuación era diametralmente opuesto al de su predecesor. Si el viernes Wayne Shorter se aseguró los royalties con un repertorio formado en exclusiva por material propio, el sábado Joe Lovano no tuvo inconveniente en rendir pleitesía a sus mayores y dejó para el final una excelente selección de piezas de los grandes maestros de la era dorada; si el viernes Shorter ofreció un concierto sin concesiones, solo apto para entregados a su extrema vía, el sábado Lovano se mostró complaciente con el gusto del respetable desde el primer compás. Así arrancó con Fort Worth, una composición propia de su primera etapa con Blue Note, en clave de frenético hard bop, que evidenció por donde iban a ir los tiros. En primer lugar porque venía dispuesto a ceder parte del protagonismo a su banda de acompañamiento, formada por algunos de los más destacados instrumentistas europeos de la última hornada: el finlandés Peter Slavov sencillamente soberbio al contrabajo, el preciso pianista italiano Salvatore Bonafede y el contrastado batería catalán Jordi Rossy, de ahí la denominación del cuarteto. Al frente de ellos un seguro y expresivo Joe Lovano que se mueve como pez en el agua por diferentes estilos.

Su fraseo líquido, fluido y exuberante se adapta con absoluta eficacia a todas las corrientes del género; desde los de formas más estructuradas hasta los más libres, Lovano, que no solo sopla su instrumento sino que expresa la musicalidad de sus melodías con todo su cuerpo, desprende una naturalidad que solo puede surgir cuando uno ha interiorizado multitud de influencias. Y con esta facilidad fue fluctuando entre el bop y las baladas, entre temas de adscripción modal y jazz de corte vanguardista y espíritu libre. Después de unos primeros temas de su propia cosecha, cambió el saxo tenor por el soprano y por la flauta travesera para acometer los primeros acordes de Lonely woman de Ornette Coleman. Así comenzó su particular homenaje a algunos de los más ilustres músicos de la historia del jazz, como John Coltrane, Charlie Parker o Thelonious Monk. Especialmente aplaudida fue su lectura con el saxo soprano de Spiritual, una de las cumbres del malogrado Coltrane. Caliente y entregado, sin ganas de concluir, el cuarteto continuó hasta completar un segundo bis con Four in one del maestro Monk. Toda una fiesta del jazz eterno.

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