Cine

Las carencias emocionales abren con tibieza la competición en Cannes

  • 'Fish Tank', de la británica Andrea Arnold, y 'Spring Fever', del chino Lou Ye, inauguran la sección oficial a concurso del festival.

La incultura emocional de una adolescente en Fish Tank, de la británica Andrea Arnold, y las dificultades afectivas de un homosexual en China filmadas por Lou Ye en Spring Fever marcaron una apertura de concurso recibida con tibieza. Arnold y Ye, dos de los directores menos populares del concurso, abren así camino para los grandes maestros que copan la competición, y sus dos propuestas parecen condenadas a ser sepultadas por las dieciocho obras que les seguirán en la carrera por la Palma de Oro.

Fish Tank luchó con el arma de doble filo que implica romper el hielo: encuentra al espectador más receptivo, pero también más crítico. La carencia afectiva por la que opta Arnold es aquélla que marca de por vida: la de una familia monoparental cuyo código es la violencia verbal y el desapego emocional. "Andrea funciona con personajes que hacen cosas muy discutibles y es interesante que la gente salga del cine planteándose dudas morales", explicó el protagonista Michael Fassbender, el mismo que convulsionó el año pasado el festival con su interpretación en Hunger y también miembro del reparto de Inglorious Basterds, de Tarantino, que se presenta en competición.

Arnold, tras ganar el premio del jurado con Red Road (2006), un áspero, originalísimo y gélido retrato de la venganza, ha decidido centrarse ahora en el cine social -una de las banderas mejor izadas del cine de su país- a través de una adolescente, Mia, que da sus primeros pasos emocionales en su entorno más cercano. Tan cercano que se enamora del novio de su madre. La directora -ganadora de un Oscar por su corto Wasp en 2005- encierra en esta pecera (traducción del título) a una joven, interpretada por la actriz no profesional Katie Jarvis, y extrae sus mejores momentos al abordar con delicadeza el desconcierto que producen una palabras de cariño en alguien que las oye por primera vez a los quince años. La fascinación por ser deseado y la inevitable desconfianza hacia el ser querido son plasmadas con precisión y buen gusto, pero después de transitar con notable pericia durante hora y media por los caminos previsibles de la trama, decide dar un giro hacia el riesgo que desemboca en un exceso poco realista y unas conclusiones morales algo difusas.

Más estable, para bien y para mal, fue el pulso de Lou Ye en Spring Fever que, en cambio, fue criticado por no acabar de disparar la munición que cargaba su película, una explícita (y en consecuencia valiente) crónica del imposible periplo sentimental de un joven homosexual en Nanjing, en la China actual. Ye, que en 2006 fue vetado con cinco años de parón cinematográfico por el gobierno de su país al abordar la protesta estudiantil de Tiananmen en Summer palace, demuestra con este filme que anda lejos del arrepentimiento y, con ayuda de financiación de Francia y Hong Kong, sigue su trayectoria sin cortapisas. "Soy director de cine y hago películas, así que seguiré como siempre haciéndolas", desafió en rueda de prensa. "Espero ser el último cineasta vetado en China. Por favor, ahora hablemos de la película".

Spring Fever, en realidad, se puede entender como una metáfora de este mismo mensaje, pues plasma la desesperación de un personaje que sólo quiere ser él mismo. En su caso, pide amar en paz a otro hombre y no convertir cada relación en un intrincado melodrama lleno de dobles vidas y daños colaterales. "Es una película sobre sentimientos y amor. Una evaluación del grado de complejidad que alcanzan las relaciones entre personas", resumía Ye, que barniza su cinta con un equilibrio que fue juzgado por algunos como un viraje hacia lo insulso y por otros como una loable contención.

En cualquier caso, la opinión general apunta a que si Isabelle Huppert cumple su promesa de centrarse en las calidades estrictamente cinematográficas para el reparto de premios, en esta jornada no se desvelaron obras dignas de entrar en el palmarés oficial. Así las cosas, las miras están ya puestas en la jornada de este viernes: el coreano Park Chan-wook, director de Old Boy (2003), ofrecerá cine de género vampírico con Bak-Jwi (Thirst) y la neozelandesa Jane Campion, ganadora de la Palma de Oro por El piano (1993), presentará un biopic sobre el poeta británico del siglo XIX John Keats.

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