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El cine (de compromiso) en casa

  • Matthew Herbert vuelve al gran formato y concibe una espectacular obra maestra

Segunda aventura del genio Herbert al frente de una big band. Tras el fantástico y sutil Goodbye swingtime (Accidental, 2003), vuelve a experimentar con el gran formato para concebir otra de esas espectaculares obras maestras inclasificables en las que el clasicismo del jazz de los cuarenta intercambia fluidos con esa expresiva e inabarcable colección de samples que en cualquier momento está dispuesto a sacar de la chistera el inquieto Matthew Herbert.

De formación musical académica y compositor que domina varios instrumentos clásicos, el inglés se interesó desde el principio de su carrera por la electrónica menos acomodaticia y produjo discos y publicó remezclas para otros artistas como Moloko, Dj Food, Super Furry Animals, Motorbass o Atom Heart, entre otro. Sus personales relecturas le proporcionaron consideración como uno de los más inteligentes productores de su generación y algunos de sus más celebrados trabajos con la música de otros han sido editados en un magnífico álbum de remixes. Su imaginativa visión de la mezcla y su excéntrica pero efectiva concepción del uso del sampler (no utiliza jamás bases rítmicas grabadas, ni samplea a otros artistas) le han reportado una merecida fama de mago de la electrónica que él, siempre con el mono de trabajo puesto, ha sabido explotar en sus diversas aventuras. Jugando con el house de laboratorio, el minimal techno, el ambient estratosférico o el electro más experimental, bien como Herbert a secas o bajo los seudónimos de Radio Boy, Wishmountain, Dr. Rockit o como Matthew Herbert, en los últimos quince años ha confeccionado una obra sin parangón en el mundo de la electrónica. En ella da rienda suelta a sus múltiples referentes desde una perspectiva abierta y positivista, siempre dispuesta a la experimentación pero de resultados impecables.

En sus álbumes incorpora a través del sampler sonidos cotidianos que van desde los utensilios de cocina hasta los ruidos producidos por el propio cuerpo humano. A ello suma una actitud comprometida políticamente y el resultado de todo ello es uno de los cuerpos musicales más interesantes del panorama contemporáneo. Los lectores y aficionados más audaces que no se hayan asustado de lo dicho hasta ahora estarán en disposición de disfrutar de este There's me and there's you, un álbum que abunda en la denuncia de los abusos de poder en el S. XXI (y que apunta sin medianías a las guerras, los medios de comunicación, la religión o la monarquía), mediante un exquisito envoltorio de jazz en blanco y negro con la sugerente voz soul de Eska narrando una película de cine comprometido. ¿Para cuando una colaboración entre la Big Band de Granada y este brillante compositor?

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