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El cine que sale del desván

  • DocumentaMadrid publica un libro sobre el 'cine doméstico' y sus reciclajes

Desde los márgenes de la institución cinematográfica, una serie de formatos y discursos menores, denostados por su condición impura o amateur, muchos de ellos en estrecha alianza con la vanguardia y la experimentación, han venido a expandir el concepto cine a partir de la reivindicación del ámbito íntimo, privado y familiar, ese espacio particular y cerrado que, gracias a los pequeños y manejables dispositivos como el Super-8 o, más recientemente, las cámaras digitales mini-dv y su accesible parafernalia para la edición y la postproducción a muy bajos costes, ha proliferado en las pantallas como nueva forma (híbrida) del documental o el ensayo audiovisual contemporáneo.

El archivo privado, material innoble para la preservación de la memoria íntima y familiar, ha empezado a salir de su desván polvoriento para alumbrar y enriquecer algunos títulos esenciales del cine de nuestro tiempo, de los trabajos esencialmente autobiográficos de Alan Berliner (The family album, Nobody's businnes) a la recreación poética de José Luis Guerin en Tren de sombras, de los diarios filmados del maestro Jonas Mekas (Lost, lost, lost, Walden) a la recuperación y reapropiación de materiales encontrados de Péter Forgács y su serie Hungría privada.

Siempre atento a las nuevas corrientes y tendencias en el ámbito documental, el festival DocumentaMadrid dedicaba un completo ciclo a esta modalidad en su pasada edición, acompañado de la publicación de este volumen colectivo coordinado por uno de nuestros mejores especialistas en la materia, el profesor de la Universidad de Navarra Efrén Cuevas Álvarez.

Asumiendo que "el cine doméstico de por sí cubre un vasto territorio de producción cinematográfica que coincide con la propia historia del cine", las formas que aquí interesan emergen en estrecho contacto con las prácticas de vanguardia de los años veinte y con la proliferación del vídeo doméstico en la década de los ochenta del pasado siglo, inscribiéndose en la contemporaneidad con una nueva (auto)consciencia que trasciende la función primigenia (embalsamadora) de estas imágenes para ponerlas a dialogar con la creación audiovisual más exigente. El archivo entendido como "ese lugar donde la memoria social se construye" adquiere una nueva dimensión al ser reutilizado y moldeado por el cineasta moderno, "abriéndose a resonancias inesperadas, a nuevos significados y aportando visiones alternativas a los relatos de corte macrohistórico o a las configuraciones socialmente dominantes que construyen los medios de comunicación". Un cine que ofrece una alternativa a los grandes discursos y géneros que han explicado y contado el mundo contemporáneo a través de un ejercicio de escritura subjetiva que contrarresta con el registro de lo pequeño y lo íntimo la pesada maquinaria estadística de la Historia.

Dividido en cuatro bloques, el libro se ocupa, en primera instancia, de ordenar los conceptos y los contextos de este cine casero, con las aportaciones de Roger Odin, Liz Czach y Nogales y Suárez, éste último dedicado al caso español. Una segunda parte se adentra en los reciclajes del metraje doméstico en el cine documental a través de las firmas de Cuevas, Renov, Wees, Ishizuka y Ruffinelli y en ámbitos tan alejados como el japonés o el latinoamericano, mientras que una tercera analiza los mestizajes entre el cine doméstico y las vanguardias, con especial atención a la figura esencial de Jonas Mekas, de cuyo presente perpetuo se ocupa Josep María Catalá. Una última parte da la voz a algunos de los cineastas más destacados del género, los citados Alan Berliner y Péter Forgács junto a Alfredo J. Anzola, José Irigoyen, Christiane Burkhard, Sandhya Suri y Ralph Arlyck.

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