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La conciencia del ojo

Drama, Noruega-Irlanda, 2013, 117 min. Dirección: Eric Poppe. Guión: Erik Poppe, Harald Rosenløw-Eeg. Fotografía: John Christian Rosenlund. Intérpretes: Juliette Binoche, Nikolaj Coster-Waldau, Maria Doyle Kennedy.

Uno puede imaginarse fácilmente a Susan Sontag retorciéndose en la butaca viendo una película como esta Mil veces buenas noches, aseado reader's digest europeo sobre los conflictos morales del fotógrafo de guerra, fotógrafa en este caso, escindida entre la adicción a la mirada, la adrenalina y el peligro y las dificultades para conciliar eso que se llama una vida normal.

En efecto, nuestra protagonista (una Juliette Binoche en modo intenso y afectado) es una reportera gráfica que se mete allí donde riesgo haya, en el corazón mismo del terrorismo suicida de las calles de Kabul, donde arranca la película con suspense y explosión incluidos. Herida por la metralla, y de vuelta a casa en la plácida costa irlandesa, nuestra trémula fotógrafa tendrá otra guerra bien distinta que librar, la que la distancia de su marido (el guaperas noruego Nikolaj Coster-Waldau, el de Juego de tronos) y sus dos hijas, una de las cuales, por cierto, parece tener ciertas inquietudes artísticas y políticas que la acercan peligrosamente a la madre.

Así, entre estampas de anuncio y flash-backs en modo liricoide, este drama psicológico y familiar resulta tan previsible como vociferante en su mensaje de manual terapéutico, tan simplista y estereotipado en el retrato del war photographer estrella, como poco complejo en el desarrollo de los mecanismos de rechazo e identificación que se cuecen en el seno del hogar.

A la postre, todo se resuelve desde un didactismo elemental para lavar conciencias (occidentales) que evita poner sobre la mesa los verdaderos dilemas morales derivados de la geopolítica y, lo que es mucho más interesante, los que atañen a nuestra relación con las imágenes del dolor de los demás.

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