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La conquista de la ficción

  • Juan Jacinto Muñoz Rengel publica 'El gran imaginador', su novela más ambiciosa y su confirmación en la primera línea de la narrativa española

Cuando Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) publicó su anterior obra, el volumen de relatos El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma), en 2013, advirtió de que se encontraba ya inmerso en un proyecto que de alguna forma le obligaba a redefinirse como escritor y que constituía el mayor reto al que se había enfrentado hasta ahora en la soledad de su oficio. Las expectativas, por tanto, se situaron inevitablemente en posiciones elevadas: la aparición en 2012 de El asesino hipocondríaco (Plaza y Janés), novela filosófica que presentaba a uno de los personajes más geniales y deliciosos de la literatura española de los últimos años, ganó el favor unánime de la crítica y los lectores, con traducciones al inglés, el francés, el italiano y el turco, entre otras lenguas. La singularidad literaria de Muñoz Rengel, empeñado en la restitución del género fantástico (o, mejor, géneros fantásticos) a favor de esa entelequia llamada gran público (únicamente sensible en este país, vaya usted a saber a cuenta de qué interesado mito, a los criterios más fieles al canon realista), ya se había producido sin embargo antes con los libros de cuentos 88 Mill Lane (2006) y De mecánica y alquimia (ganador del premio Ignotus en 2008), además de su participación en diversas antologías y ediciones colectivas. Después llegaron la novela El sueño del otro (Plaza y Janés, 2013) y el citado Libro de los pequeños milagros para confirmar la altura literaria de Muñoz Rengel. Así que cabía preguntarse, legítimamente, por la envergadura del reto que el malagueño se traía entre manos. Pues bien, la incógnita ha quedado despejada: su nueva novela, El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres, saldrá a la venta el próximo jueves 20 también en Plaza y Janés, dentro del grupo Penguin Random House. Y, de entrada, lo primero que se puede confirmar es que quienes esperaban el órdago definitivo de Muñoz Rengel quedarán satisfechos: con este trabajo, el escritor se asienta, por derecho, en la primera línea de la narrativa española. Y lo hace, ojo, con una defensa apasionada de la ficción, sin más apellidos, justo cuando la misma parece estar en el punto de mira a mayor gloria de otros registros. Aquí se encuentra, al fin, la más cervantina conmemoración del 400 aniversario de la muerte del autor del Quijote.

Muñoz Rengel confiesa sin tapujos que El gran imaginador es "la novela a la que he dedicado mi vida. Le he dado todo lo que le podía dar, cada minuto de mí durante muchos años". Y basta, simplemente, empezar a hojear las páginas para comprender que necesariamente ha tenido que ser así. El volumen contiene en sus casi 500 páginas el resultado no sólo de una pormenorizada y pulcra escritura: también de largas jornadas de investigación histórica en torno a la propia literatura, los saberes antiguos, códigos esotéricos y geografías que tienen sus fronteras entre el territorio pragmático y la fantasía. El gran imaginador al que alude el título es otro personaje de abrumadora construcción, un tanto en las antípodas de aquel asesino hipondríaco de moral kantiana pero de iguales alcances fabuladores: se trata de Nikolaos Popoulos, un griego que vive en la Atenas del siglo XVI. Este hombre posee un don extraordinario: es capaz de imaginar más allá de los límites de la naturaleza. En su interior, sus pensamientos se elevan hasta representar prácticamente todo lo representable, sin condición ni atadura alguna por parte de la realidad. La novela de Muñoz Rengel narra el empeño de Popoulos por hacerse escritor y alumbrar el libro más hermoso de todos los tiempos, pero el destino le tiene reservada una jugada mayor: un tanto en contra de su voluntad, emprende un viaje de dimensiones épicas por los orígenes de los mitos de los que nacerá toda la literatura posterior. En su travesía conoce así al pirata Barbarroja, a la Condesa Sangrienta en quien se inspiró Bram Stoker para su Drácula y al rabino Loew, creador del terrorífico Golem en las tenebrosas calles de la Praga del mismo siglo. Además, el caminante griego llegará a conocer a lo largo de su exploración al mismísimo Miguel de Cervantes, quien sí entregará a la posteridad la novela más fabulosa (entiéndase el término en su doble sentido) jamás sospechada por la humanidad. Toda una odisea en la que Muñoz Rengel brinda una personalísima revisión de la historia de la literatura y que adopta, para regocijo del lector, la mejor tradición de los libros de aventuras. Es ahí, en el gusto popular, donde el autor malagueño logra trascender su propio reto y conquistar la ficción.

Los editores afirman que El gran imaginador apunta a Umberto Eco, y algo de Baudolino encontrarán los lectores. Pero quien respira aquí realmente en cada página es el maestro del mismo erudito italiano: Borges habría entregado la cuchara por parir esta novela en la que hay espejos y misterios en sánscrito. Una reconciliación con la lectura desde el paladar.

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