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Yo construyo, creo ser

Para desmontar esa bagatela del yo y el ser, según la cual uno puede decir a otro "te conozco" porque la identidad es como una sola pieza, cerrada y fija, Alfredo Sanzol idea, escribe y dirige Sí, pero no lo soy. Bueno, en realidad, este autor y director madrileño le dedica al asunto toda una trilogía: Risas y destrucción, estrenada en 2006 en la Cuarta Pared, y de dónde surgió al año siguiente la propuesta del director del Centro Dramático Nacional, Gerardo Vera, para producir esta pieza que ahora en gira llega al Teatro Alhambra. De la tercera pieza que cierra la trilogía sabemos el título, un guiño a Beckett: Días estupendos.

Sí, pero no lo soy sucede en un tono de comedia que mide muy bien la dosis justa de tragedia implícita a lo realmente constitutivo del ser: la carencia, la falta. Toda la pieza, una sucesión de escenas cortas, en su mayoría, monologadas parafrasean la idea del yo construyo creo ser; como quiera que sea el yo, implica también, un añadido, como quiera que sea el otro. Cinco intérpretes, dos mujeres y tres hombres, vestidos de fiesta ejecutan en escena la partitura de un texto que es independiente de la escenografía y el vestuario que marcan la visual del espectáculo. Esto es, escenografía y vestuario no siguen la pauta de la ilusión escénica textual, sino que junto al espacio sonoro -música de los años sesenta- y la iluminación -cálida, de neones festivos y media luz sensual- recrean una atmósfera, un tono ligero, elegante y seductor como un marco general en el que se da a leer toda la diversidad textual. Porque un ir al encuentro del yo -o a su descrédito- es siempre un ir al encuentro y desencuentro con el otro, Alfredo Sanzol inscribe visualmente la pieza entre los terciopelos rojos de alfombras y sofás de una sala nocturna de fiesta.

Una disco elegante, típica de los años sesenta, donde ellos lucen traje de chaqueta y corbata negros y ellas recogidos, tacón alto y vestidos de encaje negro. Con la elegancia del rojo sobre negro, y en el lugar típico dónde uno va a seducir a otro se nos da a leer este 'cancaneo' o danza de seducción con la identidad: el actor que reivindica todas las mujeres que es al querer interpretar a Cat Woman cuando es requerido para el papel de Batman; las fantasías sexuales masculinas como juego de seducción de un par de lesbianas; el desasosiego de un hombre con ataques de ansiedad que no se reconoce pero que sin embargo cuenta lo más honesto de sí; el matrimonio de pamplonicas que después de 16 años se frustra al intentar romper con su rutina -e identidad- embarcándose en un crucero durante las fiestas de San Fermín.

Unos intérpretes espléndidos, y una puesta en escena con dirección milimétrica ponen en marcha uno de los espectáculos más frescos y discursivamente sugestivos de esta temporada teatral.

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