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Las coordenadas del tesoro

  • Un atrevimiento sacude la escena literaria: el poeta Andrew Motion publicará en 2012 la continuación de 'La isla del tesoro' de R. L. Stevenson, una aventura con terroríficos piratas, secuestros y batallas

Leo con sorpresa acerca de la futura publicación de Regreso a la isla del tesoro, continuación de La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, novela para grandes y pequeños escrita a finales del siglo XIX. Y a la sorpresa se une el interés por el que resulta ser uno de mis libros preferidos. La continuación no la escribe Stevenson, lo cual es de entender ya que murió en 1894, y aunque hay quien dice que tenía en mente escribir algo más sobre las hazañas de Jim y sus compañeros todavía no se ha descubierto ninguna hipotética segunda parte en ningún viejo baúl olvidado. Un contemporáneo nuestro, Andrew Motion, poeta para más señas, es quien escribe el Regreso. No es este un poeta cualquiera: sucedió a Ted Hughes desde 1999 hasta 2009 como Poeta Laureado del reino inglés. Sepan también que el señor Motion se dedica en la actualidad a dar clases de escritura creativa en el Royal Holloway de la Universidad de Londres. Cumplidos sus años al servicio de la monarquía se ha remangado y propuesto una tarea que se antoja al alcance de muy pocos. Me pareció de recibo comentarlo.

Según el comunicado de Random House del 26 de marzo, su sello Jonathan Cape publicará la novela en 2012 y promete algo así como "toda clase de viajes dificultosos, terroríficos piratas, secuestros, batallas y dramáticas tormentas, que dan lugar a una fascinante historia llamada a convertirse en un clásico por sí mismo". Me permitirán una pequeña risa nostálgica porque todo este lenguaje me suena de mi agotada etapa en la editorial en la que una y otros consumimos sin piedad la parte del diccionario dedicada a las propias loas, alabanzas y elogios. Pero, puesto que el libro todavía no se ha escrito, no nos queda otra que escuchar lo que dicen agentes y editores.

Concretamente, el agente estadounidense comenta: "La novela original de Stevenson vive en la imaginación de generaciones de lectores y siento que esta sorprendente novela de Andrew alcanzará similar longevidad". El editor, Dan Franklin, afirma por su parte: "cualquiera que ame el original de Stevenson gritará de placer con este libro. De hecho, no creo que haya visto nunca tal grado de entusiasmo con la propuesta de un libro, en todos los departamentos de la compañía". En fin, si es como dicen y a cualquier seguidor del libro nos encantará la nueva obra, yo seré la primera en ofrecerle las libras correspondientes a Jonathan Cape Random House.

Ya he leído la sinopsis de la continuación y no puedo contarla sin reventar el final de la novela original, pues son los hijos de los personajes que sobreviven en aquella (si es que sobrevive alguno, tampoco quiero dar pistas) y gracias a lo que consiguen (si es que consiguen algo) el punto de partida de la futura novela. Pero sí puedo hablar de La isla del tesoro sin estropear el final. Para quien no haya leído el libro, o no haya visto ninguna de sus múltiples adaptaciones a otros medios (una de ellas fue la película guionizada y, al principio, dirigida por Orson Welles, quien también interpreta a John Silver), les diré que el narrador es Jim, un joven muchacho que vive con sus padres en la posada el Almirante Belbow, en una villa costera de la Inglaterra de mediados del siglo XVIII. Una mañana, un decrépito lobo de mar, gastada casaca azul, manos agrietadas y cicatriz en el rostro se instala en la posada. El viejo bucanero resulta ser un caballero de fortuna o, más claramente, un pirata y pasa el día oteando la costa temiendo que aparezca otro pirata, y la noche, bebiendo ron y asustando a los paisanos con la canción: "¡Quince hombres en el cofre del muerto! ¡Yujujú! ¡Y una botella de ron!". De repente, la muerte del padre, la posterior muerte del bucanero y la aparición de un mapa cambian completamente la anodina vida de Jim. El muchacho acaba a bordo de La Española en busca de un tesoro... ¿Lo encuentra? Definitivamente, no creo que esa sea la pregunta ni seré yo quien dé la respuesta.

Concebido como la Alicia de Carroll para entretener a un reducido y privilegiado grupo de niños, La isla del tesoro nació durante las largas tardes de vacaciones del lluvioso verano escocés de 1881 mientras Stevenson hacía compañía a su hijastro Samuel Lloyd Osbourne. Una de aquellas tardes, sin haber pensado previamente en personajes, historias, temas, isotopías o intertextualidades, Robert Louis Stevenson dibujó un mapa: "dibujé el mapa de una isla; lo coloreé minuciosa y maravillosamente (creo); su forma me gustaba más de lo que es posible imaginar; incluía puertos que me agradaban tanto como los sonetos; y con la inconsciencia de los predestinados, designé a mi realización La isla del tesoro".

Tal como cuenta el propio escritor en Mi primer libro, el ensayo sobre la gestación de la novela que se puede leer en el anexo de la excelente edición de Juan Antonio Molina Foix para Cátedra, si bien La isla del tesoro no era su primer libro, sí fue considerado así por el público: "Para entonces ya había escrito unos cuantos libros, ensayos y relatos cortos; y me habían felicitado y pagado por ellos... aunque no lo suficiente para vivir de ellos. Tenía bastante reputación, era un hombre afortunado; pasaba los días trabajando duro, y la inutilidad de tales esfuerzos a veces hacía que me ardieran las mejillas... ya que le dedicaba a este esfuerzo la energía de un hombre, y sin embargo no me ganaba la vida; y seguía brillando ante mí un ideal inalcanzable."

Sucedió que el ideal inalcanzable se alcanzó. Stevenson sí que encontró su tesoro, gracias a esta novela empezó a vivir de la literatura, y a la vez creó una obra que ha influido en innumerables escritores. Por citarles un ejemplo, Las minas del rey Salomón, de Henry Rider Haggard, fue un intento de igualar fama y argumento: un mapa, un tesoro, un intrépido viaje. Sin embargo, en palabras de Juan Antonio Molina Foix no son las aventuras lo más definitorio de esta obra: "La isla del tesoro es por encima de todo un relato iniciático e itinerante, en el que el protagonista y a la vez el narrador debe enfrentarse a cada paso a una elección expeditiva y vital, que marcará el resto de su existencia".

Estoy plenamente de acuerdo con lo anterior. El libro es todo esto y más, tiene la capacidad de remover al lector, de emocionarlo. Opino que hay libros como llaves o brújulas, libros que abren puertas que estaban cerradas o muestran caminos insospechados, y este que fue llave y brújula para su autor, por qué no habría de serlo para el lector. Dice Stevenson: "Soy de la opinión... o superstición, si lo prefieren... de que si uno es fiel a su mapa, y lo consulta, y saca su inspiración de él cada día y cada hora, obtiene ayuda segura y no la simple exención negativa de tener un accidente (...) Aun en el caso de lugares imaginarios, hará bien al principio en procurarse un mapa; mientras lo estudia, aparecerán conexiones en las que no había pensado; descubrirá obvios, aunque insospechados, atajos y huellas para sus mensajeros; e incluso cuando un mapa no es toda la trama, como ocurría en la isla del tesoro, resultará ser una mina de sugerencias".

Así que mientras esperamos Regreso a la isla del tesoro, de Andrew Motion, es obligada la re lectura del delicioso relato original. Sepan que Borges opinaba: "El descubrimiento de Stevenson es una de las perdurables felicidades que puede deparar la literatura".

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