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En el corazón del fuego

  • El onubense Manuel H. Martín dirige 'La vida en llamas', una película que describe la lucha contra los incendios forestales en Andalucía El documental llega a las salas este viernes

Tras 30 años de oscuridad, el documental por el que fueron candidatos al Goya, el director onubense Manuel H. Martín y el productor Olmo Figueredo buscaban un nuevo proyecto que les emocionara tanto como aquella historia del topo de Mijas, Manuel Cortés Quero, el último alcalde republicano de la localidad que permaneció tres décadas escondido en su propio domicilio. El periodista David Beriain les mostró su interés por el trabajo de los bomberos forestales "y pronto comprendimos que había un historión que contar". Aquella premisa les cautivó no sólo por la espectacularidad y la crudeza del combate contra el fuego, sino por la humanidad que podía contener ese relato.

La vida en llamas, que retrata el día a día en una de las unidades de élite en la lucha contra los incendios en Andalucía, la BRICA, llega a los cines este viernes y durante el mes de septiembre se verá en Discovery Max en un formato extendido, como una serie de tres capítulos. Un trabajo que no sólo pone de manifiesto la heroicidad de unos hombres que se exponen a situaciones extremas para preservar la naturaleza, sino que dirige la atención al efecto que un oficio así tiene en el entorno. "Lo interesante del documental era que no sólo narrara el punto de vista de las personas que combaten el fuego en primera línea, sino también la situación de sus familias. Para todo el mundo el verano es un disfrute: viajas, estás con los amigos... Pero para ellos esa fecha es algo muy distinto: una tensión, una eterna espera. Imagínate que mandan a un sitio donde es muy difícil acceder a tu pareja o tu padre, al que un helicóptero ha dejado en medio de la nada, frente al fuego. Los familiares tienen que acostumbrarse a esa incertidumbre, al miedo de si les ocurrirá algo", señala Martín, a quien respaldan las cifras: desde el año 2000 han fallecido 69 personas intentando extinguir incendios forestales.

Uno de los atractivos de La vida en llamas es que se adentra en los escenarios del fuego con un notable realismo. "Tuvimos la suerte de poder ir con ellos en el vuelo, nuestro operador era como el pasajero número 13", cuenta Martín. "Que nuestro cámara fuera como un brigadista más permite que nuestro documental se diferencie de otros. El espectador está acostumbrado a ver los incendios en un plano general, pero aquí es distinto, aquí hay una inmersión".

El destino quiso, no obstante, gastarle una singular broma al equipo: el verano que empezaron a rodar fue, "afortunadamente, uno de los que menos incendios se registraron, y nosotros tuvimos que extender el rodaje", recuerda Figueredo. "En el fondo", prosigue el productor, "no necesitábamos los incendios. Ésta es una película muy humana, en la que nos acercamos a las vidas personales. Lo importante no era tener llamas de 75 metros, ni tener mil desalojados, que los ha habido, porque asistimos a un incendio en Cómpeta, Málaga, que fue complicado... Lo que más nos interesaba era el día a día".

El hecho de que tuviesen que ampliar el tiempo de filmación les ayudó a replantearse el proyecto. En un principio el documental se centraba en dos de los hombres: Gustavo, un brigadista entregado a la causa que está en la plenitud de facultades, y Abarca, un veterano que afronta su despedida de un empleo que para él lo ha sido todo. "Como tuvimos que extender el rodaje, el segundo año buscábamos a alguien que ayudara a representar las tres edades; teníamos a alguien que está en el momento más importante de su carrera, otro que está en la última etapa de su vida profesional, y queríamos a alguien que se enfrentase por primera vez a las llamas en primera línea, en la BRICA, y que fuera también en cierto modo la mirada del espectador, y ése era Curiño", apunta Figueredo sobre el trío de protagonistas de la cinta.

Los responsables de La vida en llamas han apostado "por una exhibición y una distribución novedosas", en parte gracias a las adhesiones que consiguió la propuesta. "Desde que empezamos a hacerla y subimos el primer tráiler, en internet se creó toda una comunidad alrededor de la película. Hay muchísimos bomberos forestales en España y mucha gente que se dedica a la extinción de incendios. Todos nos decían: Qué bien que salga esto, porque tengo muchas ganas de enseñarle a mi gente qué es lo que hago, no contárselo, enseñárselo, en una sala de cine", relata Figueredo.

"Había bases completas que estaban en provincias donde no iba a llegar la película y que querían verla. Pusimos en marcha [con la plataforma Youfeelm] un sistema de distribución bajo demanda. Si sois capaces de reuniros, les dijimos, nosotros podemos hablar con los cines de vuestra localidad. Así se verá en Guadalajara, León, Vigo... Se están organizando eventos, y La vida en llamas se está viviendo como una fiesta".

Como una forma de agradecimiento por la generosidad con la que les dejaron filmar, los productores del largometraje -La Claqueta PC junto con 93 metros y Canal Sur- donarán la recaudación obtenida en los cines al gremio de los bomberos forestales. "Durante dos años nos han abierto las puertas de sus trabajos y sus casas. Aunque sea un gesto modesto, queríamos tenerlo", expone Figueredo.

Un último reconocimiento a una profesión quizás no suficientemente valorada por la sociedad. "La gente entiende más a un bombero de ciudad que entra en un edificio a salvar un bebé, pero eso de jugarte la vida por preservar la naturaleza tal vez no se comprenda tanto", lamentan. "Pero la mayoría es gente de campo, que sabe que si un árbol se pierde ya no va a volver ahí, que siente la tierra como la herencia que deja".

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