María Teresa Aguilera, pintora

“Al coronavirus lo pintaría de negro azabache"

  • Pintora tenaz y expresiva, tiene una vida marcada por los colores, incluidos los más oscuros tras detectársele un cáncer de mama 

  • Su marido ha editado ahora su biografía

“Al coronavirus lo pintaría de negro azabache"

“Al coronavirus lo pintaría de negro azabache"

María Teresa Aguilera Barea tiene una vida marcada por los colores de su paleta, con el negro incluido tras detectársele un cáncer de mama. Fue a raíz de ese episodio médico cuando su marido, José Comino, decidió escribir una biografía sobre su esposa. Se trata de una pintora tenaz y expresiva que ha dedicado muchas horas a pintar el paisaje de Granada. Le gusta el otoño y dice que si hubiera que pintar a este virus que está causando esta pandemia lo haría de negro azabache.

–Hace poco su marido escribió una biografía suya… ¿está contenta con su vida?

–Puedo asegurarle que, en términos generales, mi vida ha transcurrido como una carrera de fondo y obstáculos, que he tenido que ir superándolos, pero continuando en la competición. Gracias a ello he gozado de un marido admirable, tres hijos maravillosos y actualmente con tres delicias de nietos. Si a esto le añadimos que he realizado uno de mis sueños más increíbles, como ha sido el aprendizaje y posterior desarrollo de un oficio como el de la pintura artística, creo que es para sentirse satisfecha. Mi marido escribió sobre mí a raíz de que me detectaran un cáncer de mama. Él interpretó que, al igual que se escribe sobre ilustres personalidades… ¿por qué no hacerlo sobre una mujer entregada a su familia, con espíritu de superación, y que ha llevado el nombre de Granada hasta en tres ocasiones a los Estados Unidos y a múltiples ciudades españolas?

–Si no hubiera sido pintora… ¿qué le hubiera gustado ser?

–Hay algo que hubiese gustado ser: investigadora en el campo de la Medicina. Sin llegar ni de lejos a ese extremo tan difícil de alcanzar, en mi fase pictórica he tenido que estudiar, analizar, indagar y realizar continuas pruebas con los pigmentos para conseguir los colores y tonos deseados. Así mismo, he tenido que observar muchas obras expuestas y visitar numerosos museos para, en definitiva, investigar las técnicas de los grandes maestros.

–Le gusta pintar bodegones y paisajes… ¿Qué estación o periodo de tiempo prefiere para pintar?

–Me gusta pintar bodegones porque te permite plasmarlos en mi propio estudio. Pero sin duda alguna, lo que más me atrae y satisface es pintar el paisaje al natural, adentrarme en las placetas y callejuelas del Albaicín, el barrio del Zenete, los pueblecitos medio deshabitados de la Alpujarra, las fuentes, las choperas, la Alhambra… Relativo a qué estación del año me gusta más, le diré sin dudarlo, que el otoño, por su diversidad de colores, ocres, amarillos, rojizos…

"Mi vida ha transcurrido como una carrera de fondo y obstáculos que he tenido que superar”

–Dicen en su biografía que siente admiración por los impresionistas franceses.

–Los impresionistas me complacen de manera especial porque su técnica está orientada a recoger momentos de la luz, mucho más importante el reflejo de las formas. Cuando pinto un paisaje me siento más libre, menos encorsetada que cuando elaboro un bodegón o retrato. Mi estilo está más próximo a esta corriente y tengo como insignia, a Manet, Pissarro, Renoir, Sorolla y mis amigos ya desaparecidos, los granadinos, José Ortuño y Fernando González.

–Y que usted trabajaba en Apuestas Mutuas y que su vocación fue tardía.

–Había cumplido veinte años cuando comencé a trabajar en la Oficina de la Apuestas Mutuas, por aquel entonces situada en la Plaza de los Campos. Allí conocí al que hoy es mi marido, que también trabajaba a tiempo parcial. Por aquellos tiempos yo venía arrastrando mi inquietud por el dibujo y la pintura, que se habían despertado en el colegio cuando era niña. Al poco tiempo, mi novio entró a formar parte de la plantilla de la Caja de Ahorros, poco después, contrajimos matrimonio. Un día, ya casada, estalló en toda su intensidad mi deseo de pintar. Con alguna obrita bajo el brazo, me presenté en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos. En el año 1988 fui admitida con el curso iniciado, siendo mi primer profesor el maestro Miguel Lozano.

–Me imagino que recuerda su primera exposición y qué dijeron de usted en los periódicos.

–Mi primera exposición no se me olvidará jamás. Fue en Úbeda y fui apadrinada por uno de sus paisanos más conocidos, el pintor hiperrealista Marcelo Góngora. La prensa escrita en dicha localidad y las radios locales, me prestaron gran atención. Algún medio llegó a decir que yo “era una promesa en la autonomía andaluza”. Guardo los testimonios con mucho cariño.

"Las salas dirigidas por las fundaciones te cuentan milongas. Cierran las puertas a muchos granadinos”

–También he leído que tiene usted vocación de profesora de dibujo.

–En una ocasión, varias personas se dirigieron a mí para que les diera clases de dibujo y pintura. En un primer momento dije que no, porque pensaba que me restaría tiempo para mi pintura y además, yo que siempre había sido alumna, cómo me iba a convertir en profesora. Ante la insistencia de estas personas, me entró el gusanillo y acepté.

–¿Se atrevería usted a pintar el virus ese que está provocando esta pandemia?

–Sí que me atrevería, aunque creo que el cuadro ya está pintado. Según mi criterio, cualquiera de las versiones de El grito, del noruego Edvard Munch, refleja y simboliza a la persona en un momento de miedo, angustia e incertidumbre.

–¿De qué color lo pintaría?

–Lo pintaría de negro azabache.

–¿Está preparando ahora alguna exposición?

–Mi última exposición se inauguró en la Sala Enrique Seijas, que suele dar cabida a artistas con calidad de todo género, incluido pintores de nuestra tierra. La muestra se abrió el 5 de marzo y hubo que clausurarla el día 9 del mismo mes, debido a la pandemia. Aunque yo sigo trabajando, he perdido la esperanza de exponer en Granada, prácticamente no hay galerías y las salas dirigidas por las fundaciones, que yo he solicitado, te cuentan “milongas”. Cierran las puertas a muchos granadinos, aunque años antes, yo he expuesto con todos ellos con gran éxito de crítica y público, como es fácil de comprobar.

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