El Fex más feminista

Una danza para liberarlas a todas

  • La compañía Maduixa visita Granada por primera vez con un montaje donde reivindica los derechos negados a la mujer

Las cinco bailarinas durante el espectáculo de 'Mulïer' en la Plaza de las Pasiegas. Pedro Hidalgo.

Las cinco bailarinas durante el espectáculo de 'Mulïer' en la Plaza de las Pasiegas. Pedro Hidalgo.

"Una fémina debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción", enfatizó una y otra vez Virginia Woolf en su célebre ensayo A room of one's own. Dinero y una habitación para escribir, para ser una misma aún con la cruz a cuesta de ser mujer en una sociedad patriarcal, para, en definitiva, sentir y crear libremente aún con una vagina entre las piernas. Una idea similar les rondaba la cabeza a la compañía valenciana Maduixa cuando alumbraron su último espectáculo, Mulïer, que ayer presentaron en el marco del FEX más reivindicativo, más concretamente en una Plaza de las Pasiegas no todo lo llena que debió estar. "Este montaje es un homenaje a todas las mujeres que durante siglos y siglos de opresión han luchado y siguen luchando para mantener vivo su yo salvaje, y que reclaman su derecho de bailar y correr libremente por las calles y plazas del mundo", resumía el director de la formación artística, Joan Santacreu, apenas unas horas después de llegar a Granada, ciudad en la que no habían actuado en 13 años de brillante trayectoria.

Mulïer, explicó Santacreu, busca "hablar de esa opresión a la que se han visto sometidas las mujeres, de los arquetipos en las que se han encasillado siempre" como el de madre, ama de casa y persona sin voz ni voto. Lo hacen con una puesta en escena sobria, pero impactante y tremendamente simbólica, poética, como tienen acostumbrado a su público. "Uno de los objetivos de la compañía es que todos los montajes resulten siempre muy visuales, es decir, que la imagen sea un elemento importante. En esta ocasión no hay un componente audiovisual, pero son las propias bailarines con sus cuerpos las que crean las imágenes de cada escena", explica.

Durante el espectáculo, "las bailarinas tienen que liberarse de esas cadenas, esos grilletes para conseguir su libertad". Esa lucha, metáfora de lo que viven a diario mujeres de todas partes, la simbolizan precisamente los zancos con los que danzan Laia Sorribes, Lara Llávata, Melisa Usina, Esther Latorre y Ana Lola Cosin. "Los zancos privan de movimiento a las bailarinas, que por cierto venían del contemporáneo y el clásico y nunca habían trabajado con ellos. Tuvieron que aprender a usarlos. Además, tienen que danzar al unísono, mantener el equilibrio. Ellas no eran zancudas", subraya Santacreu acerca del montaje "feminista" y hecho por mujeres "en un 80 por ciento".

A la hora de parir Mulïer, la compañía pasó por dos fases: "una de creación, formación e investigación, ya que primero se tuvo que formar el equipo, y la segunda relacionada con las escenas, el mensaje, la dramaturgia -de Roser Castro- y la coreografía -de Mamen García-". Para hacer todas estas cosas, reconoce Santacreu, se requiere "mucho tiempo e inversión". Aún así, a pesar de lo cuesta arriba que se pueda hacer, "el esfuerzo tiene recompensa", en palabras del director, como las giras internacionales, que les van a llevar este verano a Inglaterra, Portugal y Holanda; y los reconocimientos como los dos Premios Max que se llevó esta danza para liberar a todas "y a todos".

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