El cantautor granadino Enrique Moratalla presenta hoy su último trabajo bajo el nombre de La flor del frío, en el que se puede observar un tinte más clásico que nunca en los once temas que componen el disco.

-Su último disco, La flor del frío, cuenta con homenajes a personajes claves de la canción, ¿por qué en este disco?

-En realidad, después de cinco discos quería sacar uno que fuera mío por completo. En este caso, el álbum está compuesto por once temas, de los que 8 son inéditos y el resto se compone por una reedición de mis anteriores trabajos, como Corazón transeúnte, y en el que versiono temas de Esteban Valdivieso y de Antonio Mata, canciones que siempre me gusta incluir en mis discos. También uno de los temas está dedicado al maestro Enrique Morente, puesto que nos unía una gran amistad.

-¿Por qué el título de La flor del frío?

-Es la flor que da el árbol del Macasar, una flor que aparece en enero y febrero, justamente cuando las ramas están desnudas. Cuando ninguna otra planta da flores, este árbol si las da. He querido mostrar que en el momento en el que la vida más daño hace uno tiene que dar lo mejor de si mismo.

-¿Qué hubiera sido hoy del Manifiesto Canción del Sur?

-Cada momento histórico tiene su punto y su momento. El Manifiesto tuvo su sentido en aquella coyuntura y en distintos puntos de España, no sólo en Andalucía.

-¿Qué ha sido de aquellos jóvenes inconformistas que componían el movimiento?

-A mucha gente que formaba parte del movimiento les he perdido la pista, en el caso de Manifiesto hubo muchos número uno, como es el caso de Carlos Cano. Pero yo también intento siempre incorporar en mis discos temas de Antonio Mata, porque considero que él fue el espíritu real de lo que era Manifiesto.

-¿Cómo se define en este nuevo disco?

-Es algo más sentimental, con un sonido diferente, gracias a Michael Thomas que ha conseguido que sea un álbum de tinte clásico con un hilo conductor muy claro. Con este disco hay un antes y un después en todo lo que he hecho hasta ahora. Cuenta con sonidos de ranchera, puesto que cuando lo compuse falleció Chavela Vargas e intenté que sonará un poco a ese ser galáctico que era ella. También procuro que la gente se identifique con mi música, ya que escribo temas para los demás y quiero que hagan suyas las canciones.

-Su último trabajo fue en 2007, ¿por qué ha tardado tanto en volver?

-Yo no me dedico al ciento por ciento a la música. He estado dedicado a la gestión cultural del proyecto del Centro Cultural CajaGranada, que me ha dado muchas satisfacciones y horas de trabajo, pero al final mucha tristeza por ver como está quedando. He estado absorto por la gestión cultural, lo cual no significa que haya dejado de componer durante ese periodo. Tras recopilar varias cosas que había ido haciendo, decidí grabar un disco, eso sí, con un tinte muy diferente, más clásico y con muchas innovaciones en temas musicales.

-¿Cómo ve el panorama de la canción de autor en estos momentos?

-Hay un tema en el disco, El día de los miserables, que está dedicado, de forma genérica, a todos esos "personajes" que nos han llevado a esta situación. Una situación absolutamente patética que sufre toda la sociedad de una forma bastante injusta. En concreto, en el mundo de la cultura, me parece obsceno y escandaloso el castigo que se aplica con el 21% de IVA, mientras que hay países que se están replanteando rebajarlo al 7%. En un país como España están dinamitando la industria cultural, no sólo a los artistas sino también a todo el que vive al rededor de esto. Me parece una canallada que en un país con tantísimo talento se castigue de esta manera a un sector como este. No es el único sector que está sufriendo. Es absolutamente indignante lo que están haciendo con el mundo de la investigación y la ciencia. Un país que no crezca dentro del mundo de la investigación está condenado al fracaso más absoluto.

-¿Cree qué la sociedad es ahora más revolucionaria o que debería serlo aún más?

-Creo que Manifiesto tuvo su momento histórico y jugó su papel. La gente es hija de su tiempo y la sociedad de ahora se parece poco a la de aquella época, no era ni mejor ni peor. Hay que saber tomarle el pulso al tiempo y a la sociedad en la que vivimos.