Rafael y Marta Martín Masot. Escritores

"La edad no puede limitarte para escribir sobre el pasado"

  • El escritor granadino, que publicó su primera novela con 14 años, escribe ahora a cuatro manos junto a su hermana 'Las horas del silencio'.

Rafael Martín Masot era un joven de 14 años cuando presentó su primera novela Abulagos, un duro retrato de la Andalucía de la posguerra. Por entonces aseguraba no ser el "típico empollón" y y llevaba con cierta normalidad verse en los periódicos y las televisiones. En 2006 publicó La luna eclipsada, donde mostraba el desencanto y el vacío de una mujer que entra en los cuarenta; a continuación se embarcó en La prisión de los espejos, donde novela una confabulación entre políticos corruptos, tiburones de las finanzas y distinguidos miembros de la más exquisita burguesía de su ciudad. Ahora regresa con Las horas del silencio (Roca Editorial), una obra para la que ha contado con su hermana Marta, tres años menor que él y testigo todo este tiempo de cómo su hermano firmaba ejemplares en la Feria del Libro como algo normal. Y no sólo no ha tenido que recurrir en su vida a la autoedición, es que incluso la firma catalana Roca Editorial apuesta de forma tan rotunda por este tándem que a la presentación de ayer en la librería Nueva Gala acudió la directora, Rosa María Roca.

-Con 14 años publicó su primera novela. Ahora es un pediatra en formación y continúa escribiendo. ¿En algún momento sintió la tentación de estudiar una carrera literaria como Filología Hispánica? ¿Cómo conviven en usted la vocación por las letras y por la Medicina?

-(Rafael) La medicina y la literatura son como dos instintos básicos, como el respirar y el comer. Me siento orgulloso de participar de estos dos mundos, pero tengo una ventaja con la medicina, y es que me permite total libertad a la hora de escribir, sin ataduras.

-¿No le interesan las camarillas de escritores?

-(R) Creo que cuando se pretende hacer algo artístico siempre es preferible que no sea una obligación, hacerlo cuando te apetece contar una historia.

-En el mundo de la música es habitual que dos hermanos formen un grupo. En el mundo literario ya es excepcional que una novela se escriba a cuatro manos, pero más aún que los autores sean hermanos...

-(Marta) A mí siempre me gustaron sus libros, me gusta escribir y me propuso este proyecto en común, hemos ido escribiendo y corrigiendo a la vez, él se leía lo mío y yo al revés.

-(R) Ahora dice que es interesante, pero tengo que reconocer que al principio me costó convencerla, aunque luego todo fue más fácil. En la historia de la literatura hay bastantes ejemplos de hermanos escritores, pero no hay tantos que hayan hecho un libro juntos. Nosotros no hemos escrito un libro cada uno, no hay una ruptura de estilo, hemos intentado escribir todo el libro entre los dos. Eso se consigue trabajando hombro con hombro, pasando mucho tiempo juntos . Hemos pensado la historia entre los dos, nos corregíamos las cosas que no nos acababan de convencer.

-Marta tenía 11 años cuando Rafael saltó a los medios por su precocidad. ¿Cómo vivió esa fama literaria de su hermano?

-(M) Como le vi empezar desde cero no me impresionó, pero era curioso verle en los periódicos, que viniesen las televisiones a casa. Era un orgullo, pero supo llevarlo bien y, como ha sido paulatinamente, no fue un gran impacto.

-Cuando publicó por primera vez todavía tenía por delante toda la adolescencia, una época en la que la persona acaba de definirse, en la que busca influencias. ¿Cómo vivió en la literario esta etapa de formación en un joven que ya era un escritor que publicaba con regularidad?

-(R) Siempre se dice que en la forma de desarrollarse en la sociedad o a la hora de escribir tiene mucho que ver lo que uno va viendo en los demás, en su formación. Yo no tengo un escritor modelo en el que me haya fijado, pero tengo que reconocer que me gustan los clásicos, no me verán con esos novelones playeros, con un best seller que desde mi punto de vista están escritos mal y rápido. Hay demasiados clásicos y no tendré tiempo de leerlos todos, así que prefiero seleccionar muy bien mis lecturas. Si tuviese todo el tiempo del mundo podría ser más arriesgado, pero de los clásicos siempre se pueden aprender cosas.

-¿Entonces nunca compraría un libro suyo ?

-(R) Dentro de cien años. Hoy en día hay clásicos contemporáneos o autores con una calidad contrastada, todo el mundo sabe quiénes son. La semana pasada estaba muy ajetreado y el poco tiempo que tuve preferí emplearlo en leer El Jugador de Dostoyevsky que otra novela de la que no tengo garantías de que esté bien escrita.

-Vuelve de nuevo a la Guerra Civil, un espacio de tiempo en el que ambientó su primera novela.

-(R) La novela es una misma historia, los mismos personajes pero en dos décadas distintas, en los treinta con la Guerra Civil de fondo y décadas después, en los sesenta. Es la historia de cómo han llegado a ser como son y cómo el tiempo que viven los ha moldeado. El libro no se centra en la Guerra Civil, nos importan las historias, hemos tenido que investigar mucho para conocer detalles de una época que no vivimos. Tratamos de ser rigurosos con lo que contamos, tratamos de crear un escenario objetivo de nuestra historia, que es donde se mueven nuestros personajes, no intentamos meter ideología.

-Uno de los tópicos que más se suelen escuchar cuando se habla de la Guerra Civil es que hay que pasar página, que es un tema que ya no interesa a las nuevas generaciones. ¿Qué opinión tienen de esta etapa de la Historia de España?

(M) La Guerra Civil no está terminada, está el Valle de los Caídos, las cunetas llenas de represaliados. La Guerra Civil no tiene un punto final. Hay mucha gente que sufrió en esta época, este dolor se ha ido transmitiendo, los medios de comunicación publican noticias continuamente...

-(M) No queremos desenterrar nada, pero es obvio que es algo que no está enterrado. Tenemos que aceptar y comprender nuestro pasado y reparar los daños causados en la medida de lo posible para cerrar estos debates entre dos bandos enfrentados. La mayoría de los españoles fueron víctimas.

-El protagonista de la obra es un obispo con un cierto bagaje sentimental. ¿Para abordar cierta etapa de este país es necesario tocar de alguna manera a la Iglesia?

- (R) Hay muchas historias, muchos personajes que tienen sus propios miedos, son esclavos y dueños de lo que viven. También está la historia de una mujer a la que le roban a su hija en una cárcel franquista.

-La historia de los niños robados es otra historia bien actual y sin cicatrizar.

-(R) Efectivamente, las personas no sólo pueden hablar y escribir de la época que han vivido, hoy en día, con una buena documentación y de forma rigurosa, se pueden tratar todos los temas, la edad no puede limitarte.

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