kiki morente. cantaor

"Me enamoré del cante... Ya se sabe que la cabra tira al monte"

  • El artista granadino e hijo menor de la familia Morente publica este viernes su primer disco de estudio

  • 'Albaycín' está producido por Juan Carmona, el Camborio y Estrella Morente

José Enrique Morente o Kiki, como ha elegido presentarse el miembro más joven de una de las grandes sagas familiares del flamenco, rasgaba la guitarra junto a su famoso padre antes de decantarse por templar la voz y debutar como cantaor con un álbum que respira Granada por los cuatro costados.

"Me enamoré del cante... Ya se sabe que la cabra tira al monte", comentó a propósito de su primer disco de estudio, Albaycín (Universal Music), que sale a la venta este viernes parapetado por la realeza de la más "jonda" de las músicas.

Sin ir más lejos, quien aún se define como "un guitarrista frustrado" ha contado a las cuerdas con la destreza de Diego del Morao, Montoyita, Juan Carlos Romero y Rafael Riqueni, así como de Pepe y Juan Habichuela, en el que es probablemente uno de los últimos testimonios de este maestro, fallecido en 2016.

Así lo dejó dispuesto su padre, Enrique Morente, quien, sabedor del camino que había escogido el más pequeño de sus hijos con Aurora Carbonell, "le dejó marcadas las pautas y deberes de este disco".

Por eso Kiki Morente (Granada, 1989) le ha puesto los puntos finales a "muchas composiciones marca de la casa", como una Bulería con versos de Federico García Lorca que su padre había dejado ya apuntada.

Pendientes de acabar se habían quedado igualmente unas sevillanas grabadas hace 30 años junto a Rafael Riqueni sobre letra de Lope de Vega, ahora rematadas junto al genial guitarrista sevillano.

Para que no se desviara lo más mínimo, el álbum llega producido además por Juan Carmona, el Camborio, y por su hermana Estrella Morente, que se ha convertido en "la patriarca y comandante" de la familia y ha supervisado el gusto por el cante clásico.

"Yo respiro de aquí y de allá, aunque es cierto que me he decantado por el cante clásico para encauzar mi carrera y ponerle los cimientos", responde el joven músico a la pregunta de cuál será la tónica de su carrera y si en el futuro se internará en veredas más vanguardistas, como las de su otra hermana, Soleá, o las de su progenitor en Omega.

Junto a él se estrenó a los 13 años y aún recuerda cómo le temblaban las piernas. Ya en 2012 debutó oficialmente en solitario en el Festival Suma Flamenca de la Comunidad de Madrid.

¿Por qué entonces el tiempo transcurrido hasta este primer disco? "No tenía prisa, todos estos años he estado formándome. La mejor lección que me dejó mi padre fue la de ser disciplinado e hincar los codos, involucrarme e investigar, aprendiendo bien la lección para poder defenderla", cuenta.

Y es que, según añade, "llamarse Morente es una responsabilidad, porque hay que defender el legado, aunque eso mismo te ayuda y te motiva".

A su padre dedica Albaycín, a Granada entera y al Mirador de San Nicolás en el que la familia vivió y donde se grabó gran parte de Omega.

"Quería plasmar todo lo que yo soy y lo que más quiero ahora mismo, que es mi hogar. Espero que mi padre lo escuche desde algún sitio y que esté orgulloso", dice al respecto.

Los sueños de Kiki son modestos. No piensa en firmar otra obra capital de la música española como hizo su padre, pero sí en pisar algún día el Teatro Albéniz de Madrid, "que nos lo han quitado", denuncia ante el cierre de ese recinto ya mítico en el que un día de febrero de 1996 sonó por primera vez el estruendo de Omega.

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