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El encuadre pictórico de Virginia Baena

  • La artista cambia en 'Rincones' la fotografía por la pintura y elige paisajes emblemáticos de Granadal Abierta hasta finales de abril en el Teatro Municipal de Armilla.

La primera incursión de Virginia Baena en la pintura supone una oportunidad privilegiada para explorar los mundos posibles de lugares mil veces visitados pero ajenos la mayoría, muchas veces por la prisa y otras tantas por el bullicio, a la posibilidad de imaginación o improvisación. La artista permite explorar pausadamente la grandeza de una Alhambra suspendida en el vacío a la vez que los detalles del lenguaje propio de sus azulejos. En Rincones, dieciséis obras de mediano y gran formato recorren lugares tan emblemáticos como el palacio nazarí, el Albaicín o la Carrera del Darro. Lo hace desde un encuadre muy personal.

Aunque éste sea su estreno pictórico, Baena lleva años ejerciendo como fotógrafa, una pasión que la llevó a estudiar Bellas Artes, y donde eran frecuentes en su trabajo los primeros planos y los retratos. Ahora, dice, cambia la cámara por los pinceles, el acrílico y la tinta "por pura necesidad artística". Cansada de lo digital, prefiere en estos momentos la "calma y la relajación" que le da la pintura.

Sólo una cosa no ha cambiado para ella. Su atención sigue centrándose en la técnica de los tercios que la ayudan a componer las diversas obras en un equilibrio especial y diferente y a conformar sus historias particulares en colores tierra. Tampoco cambia su interés por los primeros planos. "El encuadre, o mejor el desencuadre, sigue siendo el mismo que como fotógrafa", subraya.

La Torre de las Infantas no es protagonista, por ejemplo, en sí misma de uno de los cuadros que se pueden ver en la exposición. Lo es en concreto una de sus ventanas. Pasa lo mismo con las fuentes del monumento. Al no aparecer en el centro parecen como querer correr a esconderse detrás de los árboles. Una farola se abriga al amparo de la buganvilla, que aparece sólo insinuada... "He intentado", explica la artista, "encontrar mi propio estilo en la pintura como hice en la fotografía para seguir creciendo en él".

Influenciada por artistas como Sorolla o Juan Vida, por mucho que el tema de la Alhambra se repita entre los pintores de esta ciudad, no podía dejar de pintarla. "Me encanta Granada y la admiro muchísimo. Yo no creo que para triunfar haya que irse fuera".

No obstante, Virginia Baena prefiere en el futuro volver a los rostros que fotografiaba en sus retratos, siempre de gente de su entorno, porque es como más cómoda se siente.

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