lengua y sociedad

"El error está en pensar que 'portavoza' va a destrozar el español"

  • El Ateneo de Granada organiza hoy el coloquio impartido por Antonia Medina Guerra, profesora de la Universidad de Málaga sobre inclusión lingüística

Cuando el 'miembra', 'portavoza' y otros femeninos 'insolentes' aparecen en la escena para elevar presiones cardíacas de los ortodoxos del género masculino, Granada acoge una ponencia que versará precisamente sobre la inclusión lingüística. Tendrá lugar esta tarde en la Biblioteca de Andalucía y será impartida por una mujer de palabra, de grafía y con la experiencia profesional suficiente como para que pararse a escuchar y a pensar sea casi una cuestión de obligación humanística. Es Antonia María Medina Guerra, profesora titular del Área de Lengua Española del Departamento de Filología Española de la Universidad de Málaga y experta en el estudio de diccionarios. Palabra sobre palabra, que escribiría Ángel González.

La ponencia, enfocada a todo tipo de público, tiene como premisas estos aspectos: "los únicos propietarios de la lengua son los hablantes, las personas que las usamos con normalidad. Por tanto la academia solamente puede orientar sobre esos usos pero jamás sobre cuáles pueden triunfar y cuáles no", explica la profesora. Hay muchas propuestas que no han triunfado, dice, pongamos el ejemplo el plural de los extranjerismos como por ejemplo 'campines' "¿quién dice eso?, nadie", sentencia Medina Guerra que sostiene que el uso es de los hablantes y éste cambia la norma, "por lo tanto no tenemos que tener miedo a manipular y estrujar si es necesario nuestra lengua para que responda a las necesidades".

En este punto es donde entran los cambios sociales, por ejemplo la feminización o masculinización de muchos términos y algunos usos que "quizás son provocadores pero que están dentro del sistema", aquí resplandecen los famosos miembro/miembra y portazoz/portavoza, que según la doctora, si fijáramos su uso se convertirá en norma. Le pese a quien le pese en su género.

Pero ¿a través del lenguaje inclusivo se puede luchar contra el machismo? Ella responde que "no está de más" contribuir al cambio social desde el lenguaje aunque hay quienes consideran que sucede al contrario: es la sociedad la que cambia la manera de expresarnos.

Para Medina, que cunda el pánico de una manera tan efervescente cuando a alguien se le ocurre 'feminizar' una palabra que por herencia es masculina corresponde a un desconocimiento generalizado de lo que significa norma, uso y sistema en la lengua. "Pensamos que decir 'portavoza' va a destrozar el español, pero sí decimos 'modisto' que es erróneo y ¡no ha pasado nada!".

Esta mujer que reitera una y otra vez que no hay que temer a usar la lengua -si no lo hubiésemos hecho seguiríamos hablando latín-, dice que muchas veces ese uso puede desviar la atención del fondo a la forma y recuerda el caso del 'miembra' de la socialista Bibiana Aído.

Con la asunción natural de la masculinización de la lengua y el deporte casi olímpico de rasgarse las vestiduras cuando sucede al contrario, volvemos a la palabra 'modisto', "quizás simplemente están sucediendo una serie de cambios que parte de la sociedad aún no asume, por lo que llama la atención", pero explica, también hubo esa polémica cuando se habló de ministra, jueza, alcaldesa o jefa. "Son terminaciones que eran comunes en su masculino genérico. La norma no viene impuesta por la institución académica, viene dada por su uso".

Por esta regla de tres, una de las últimas voces recogidas por la RAE son 'follamigo', 'feminicidio' o 'aporofobia', son "neologismos que visibilizan realidades muy antiguas y que los recoja viene dado por un cambio social y una nueva sensibilidad". El feminicidio, dice, es el asesinato de una mujer simplemente por el hecho de serlo, ahora tiene su voz, "¡pero es algo que ha pasado siempre!", explica Medina Guerra.

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