Entrevista | Gema Matarranz, actriz

“Cuando subo a un escenario siento que estoy volando”

  • La obra Juana, la reina que no quiso reinar se representará en el Plaza del Ayuntamiento del 26 al 29 de julio

Gema Matarranz

Gema Matarranz

La segoviana Gema Matarranz vuelve a su Granada adoptiva convertida en Juana la Loca, en la obra Juana, la reina que no quiso reinar, de la compañía Teatro Histrión. Además de este proyecto dramático, la artista está llevando a cabo paralelamente otros tres proyectos teatrales: La Isla, Lorca, la correspondencia personal y su última obra humorística, El Mueble (o todas esas cosas que nunca nos diremos).

¿Hay más tensión o emoción al representar la obra a pocos metros de la verdadera Juana la Loca?

No especialmente por estar cerca de donde está enterrada, pero sí por representarla en Granada.  La primera vez que la representamos en la Corrala de Santiago fue una experiencia maravillosa y la reacción por parte del público fue espectacular. Desde entonces, siempre que hemos vuelto ha tenido un significado distinto. Por supuesto, también es muy especial que Juana esté enterrada a apenas 200 metros de la representación.

Lleva representando este papel desde hace muchos años, ¿Cómo hace para seguir haciéndolo con las mismas ganas?

En mi caso el truco está en crecer con el personaje. Yo este 29 de julio, en el escenario, cumpliré 58 años, y la empecé con cuarenta y pocos. Las cosas que me han ido ocurriendo en esa edad las tiene también Juana, desde la forma de caminar a la tristeza. La obra no la cambio con cada pase, pero sí cambio ciertos matices en lugares muy concretos de la obra porque creo que si a mí me salen, a Juana también le saldrían siendo una mujer de esa edad.

Está prácticamente sola en esta obra, solo acompañada de otro personaje.

Yo siempre digo que estoy con dos personas. Una de ellas es Enrique Torres, que interpreta al fraile y cumple las funciones: guardián, carcelero, representa a la iglesia… Es un trabajo de apoyo imprescindible para mi personaje, pero no interactúo verbalmente con él. Mi otro apoyo indiscutible es Juan Felipe Tomatierra, técnico de luz y de sonido. Él baila conmigo con su juego de luces, siempre me sigue pese a que improvise o cambie mi ruta.

¿Cree que tiene algo en común con Juana la Loca? ¿Qué ha aprendido del personaje?

Quizá lo que tenemos en común es que ni Juana ni Gema, a mi parecer, están locas. He aprendido varias cosas aplicables a la vida, pero no te las podría enumerar. Esos 55 minutos que paso siendo Juana me han enseñado mucho a gestionar la tristeza, por ejemplo. Yo aprendí a trabajar la tristeza en el escenario sin que afecte excesivamente, solo en el momento justo. Juana me enseñó a cabalgar por un montón de emociones partiendo desde la tristeza, y un personaje como el suyo te sigue afectando momentos después de acabar la función.

“Creo que lo que tengo en común con Juana es que, a mi parecer, ninguna de las dos estamos locas”

-También apuesta por la comedia con su nuevo proyecto ‘El Mueble…’, ¿Cómo y por qué surgió ese cambio de género?

Decidimos suavizar la tensión en el escenario y buscar algún texto más cómico después de tantos proyectos dramáticos. Los protagonistas son una pareja que llevan bastantes años y que tienen sus más y sus menos. Como yo siempre digo: ‘¿Tú qué harías si tu pareja te dice un sábado por la tarde de ir a comprar un mueble a Ikea y montarlo esa misma tarde?’. Esa es un poco la premisa de esta obra. Ha habido mucha gente que ha visto la función y se identifica con alguno de los dos personajes porque han vivido esa situación.

¿Se siente más cómoda en la comedia o en el drama?

¿Dónde siento más comodidad en los ensayos? En ninguna. El actor que se queda cómodo, malamente va a un ensayo. Yo no tengo esa comodidad, por lo que sea. Yo empecé con comedia, pero he hecho mucho más drama. En el drama la clave es encontrar un buen texto y saber representar ciertas emociones, pero la comedia es saber encontrar el punto justo de humor que se ajuste a lo que tú quieres transmitir, tienes que complacer de varias maneras al espectador.

¿Tener malos días le ayuda a hacer drama?

No te creas. Es cierto que cuando no estás bien es más fácil ponerse a llorar, pero es muy probable que lo hagas a destiempo o que se te olviden otros conceptos importantes. Si estás feliz, ese bolo lo manejas donde tú quieres y en la dosis que tú quieres. Yo, personalmente, cuando estoy mal en el escenario tengo que luchar demasiado para no dejarme llevar por mis emociones. Hay un estado ideal en el que te sientes sereno en un escenario. Yo suelo tener mucha tranquilidad cuando actúo, porque en esos momentos estoy volando y me quedo centrada en lo que ocurre en escena, no pienso en mis problemas de fuera. Tengo la capacidad de concentrarme en la obra y en si sale algo mal. Soy muy minuciosa, no me gustan las sorpresas ni dentro ni fuera del escenario. Me gusta tenerlo todo controlado.

¿Algún objetivo profesional para el futuro?

No tengo nada específico que me gustaría conseguir. Me gustaría estar bien, sentirme fuerte como estoy ahora. Me gusta buscar buenos textos y es ahí donde dedico más tiempo libre y donde pongo todo mi afán. Siempre pienso que la siguiente obra va a ser la mejor que he hecho. Me gusta el teatro comprometido más que el divertimento, pero no me cierro a nada.

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