Aunque fuera del círculo de iniciados al mundo del flamenco de más jondura su nombre no alcanza la popularidad de otros grandes guitarristas, Rafael Riqueni es por derecho propio uno de los maestros indiscutibles que ha dado el género en su historia. Su toque lleno de sensibilidad, de profunda influencia clásica y de una riqueza armónica personalísma e inequívocamente sevillana, ha sido reconocido desde sus inicios, cuando apenas era adolescente, con los más prestigiosos galardones del flamenco, y su discografía, si bien no demasiado prolífica, se considera un pilar fundamental, una lección de toque que quedará para la posteridad.

Tras el mal trago que supuso ayer la suspensión del concierto que tendrían que haber ofrecido Dorantes y El Pele, los seguidores de este magnífico Festival de Otoño, los Encuentros Flamencos de Granada, tienen esta noche la oportunidad de desquitarse con la pureza de la guitarra de Rafael Riqueni. Su visita supone un reencuentro con el público granadino, que no disfrutaba de su arte desde hace bastantes años, cuando fue programado aquí por última vez en el marco del Festival de Música y Danza. Ahora vuelve renovado, tras superar una dura enfermedad y diversas dificultades, a punto de publicar su séptimo álbum, el primero tras veinte años.

En 2014 su actuación en la XVIII Bienal de Flamenco de Sevilla lo devuelve a la primera línea. A principios del pasado verano Riqueni tenía prevista su entrada en el estudio para grabar Parque de María Luisa, su esperado regreso discográfico, pero el artista debe cumplir una condena de 14 meses por un delito de agresión cometido en 2010, una época en la que se encontraba en plena crisis de su enfermedad. Afortunadamente, a finales de octubre recibe el tercer grado y apenas un mes más tarde, el pasado 21 de noviembre ofrece su primer concierto. Parque de María Luisa saldrá a principios de 2016.