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La hoguera de las vanidades en el Planta

Mientras en el exterior la tormenta de viento dejaba las calles repletas de hojas secas e incluso ramas caídas, la sala se convertía en una sauna donde ardían algunas vanidades. La segunda jornada de celebración de los veinte años de la sala era la dedicada al pop, y ya se sabe que este género es más dado a mirarse al espejo (no debe ser casual en la selección el nombre de Dorian Gray) y donde se concentran los mayores egos. Hay un chascarrillo que explica como pone una bombilla una estrella del pop. Simplemente la sujeta contra el portalámparas y espera a que el mundo gire a su alrededor. No es el caso de Fiona May, que humildemente se encargó de abrir el telón para presentar sus últimos temas. Fueron bien recibidos y lo afrontaron con tal ímpetu que el pié del bombo se quebró. Pequeña interrupción y tras ellos tomó el relevo Fran Gálvez. Para muchos fue una sorpresa su existencia más allá de Modele Fatale. En solitario muestra una cara más concisa y rockera. Jean Paul es un súper grupo a la granadina formado en torno al enigmático Raúl Bernal, teclista habitual de la banda de Lapido. Con apenas un año de vida como proyecto, su indolencia campestre y la voz seductora y espectral de Raúl para vestir unos temas de country-rock fronterizo de muchos quilates, es una de las mejores noticias que se le pueden dar al pop de la ciudad. Tampoco desentonó Matilda. Con Niños Mutantes se cambió el chip. Fue el primer grupo esperado y recibido con ovación. Las primeras estrellas de la noche, por así decir. Tras ellos, llegó el turno de recordar los viejos tiempos. Aunque Paco Chica nunca ha dejado de alimentar su adicción al escenario. La apoteosis llegó lógicamente con unos Lori Meyers que a pesar de estar inmersos en plena gira, nunca consideran la opción de declinar este tipo de invitaciones. Es de agradecer que mantengan esa actitud tan cercana y se muestren tan accesibles.

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