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El hombre que regresó de la muerte

  • 'El Renacido' cuenta con un prestigioso precedente rodado hace casi medio siglo por Richard C. Sarafian y protagonizado por Richard Harris y John Huston: 'El hombre de una tierra salvaje'

El director mexicano Alejandro G. Iñárritu, ganador de cuatro estatuillas en los Óscar de 2015 por su película Birdman, vuelve a ser el principal favorito para los premios de 2016 con El Renacido un western ambientado en la época salvaje de los pioneros, donde, de la mano de Leonardo DiCaprio, recrea la asombrosa historia del trampero Hugh Glass, el hombre que regresó de la muerte. La película ha obtenido un total de doce nominaciones a los Óscar y, al decir de un periodista asistente en el acto de presentación de los premios: "Solo le faltó una candidatura al oso para alcanzar el pleno". Una ocurrencia que no deja de tener su sentido si se piensa que fue un espécimen de oso grizzly, una de las subespecies del oso pardo (ursus arctos horribilis) el tan fugaz como determinante protagonista estelar de la aventura que se cuenta en la película.

El Renacido cuenta con un prestigioso precedente rodado hace casi medio siglo por Richard C. Sarafian (un director de origen armenio más dedicado a la televisión que al cine) y protagonizado por Richard Harris y John Huston (tan genial actuando como dirigiendo, véase si no, su papel en Chinatown). Se trata de El hombre de una tierra salvaje que junto con las más famosas Un hombre llamado caballo (también con Richard Harris) y Las aventuras de Jeremiah Johnson (con Robert Redford) conforman una especie de involuntaria trilogía de westerns rodados en plena época de exaltación hippie, en los que una indómita naturaleza mostrada en toda su grandiosidad se convierte en la protagonista principal de sus argumentos.

En esencia, aunque con mucho menos presupuesto (la mayoría de las escenas que enseñan los agrestes paisajes de las Montañas Rocosas fueron rodadas en Soria), El hombre de una tierra salvaje, es el mismo relato de El Renacido, esto es, la increíble peripecia vital de un hombre que abandonado por sus compañeros de expedición -que le dan por muerto- sobrevive milagrosamente en medio de las más adversas circunstancias.

En 1822 el general William H. Ashley y su socio el mayor Andrew Henry fundaron la Rocky Mountain Fur Compañy, una empresa dedicada al comercio de pieles obtenidas en la región de las Montañas Rocosas. La compañía se convirtió en pionera en la exploración del rio Missouri y en especial del Green River Valley. Hugh Glass un experto trampero y hombre de frontera, entró en contacto con la compañía gracias a un anuncio que el general insertó en el Missouri Gazette and Public Adviser: "Se buscan cien jóvenes emprendedores para ascender el río Missouri hasta su fuente, donde serán empleados durante uno, dos o tres años". Los reclutados serían recordados -gracias al reclamo periodístico- como los Cien de Ashley.

La empresa envió tres barcos de quilla a remontar el río Missouri, llegando a la desembocadura de un afluente, el Yellowstone. Los enfrentamientos con los indios Arikara ocasionaron a los exploradores enormes pérdidas de tiempo, dinero y vidas humanas y ante la amenaza de futuros encuentros con las tribus indígenas los socios decidieron equipar dos grupos de cazadores y enviarlos por tierra a las Montañas Rocosas. Hugh Glass en su papel de cazador contratado, estaba a cierta distancia de su grupo explorando el territorio cuando se encontró de frente con un oso y sus dos cachorros.

El animal atacó a Glass causándole unas espantosas heridas. Al escuchar sus desesperados gritos acudieron varios de sus compañeros y abatieron al oso. Una vez que comprobaron la gravedad de las lesiones de Glass (las zarpas del oso le habían desgarrado la piel de la cara y la espalda dejando al aire sus costillas, tenía una pierna rota y múltiples heridas por el resto del cuerpo), Henry y sus hombres consideraron que moriría antes del siguiente día. Sin embargo, por la mañana, seguía vivo.

El general pidió entonces a dos de sus hombres que se quedasen con el moribundo durante el poco tiempo de vida que le quedase y después le diesen sepultura. La presencia cercana de los indios hizo que los dos hombres se asustasen y dejasen abandonado a Glass llevándose su fusil y todas sus pertenencias convencidos de su inminente muerte. La increíble fortaleza física de Hugh Glass hizo que este recuperase la consciencia y emprendiese, cojo y mutilado, un asombroso viaje de más de 320 kilómetros hasta el Fuerte Kiowa, el lugar habitado más cercano. Glass curó su propia pierna envuelta por una mortaja que le habían puesto sus compañeros encima de la herida que le ocasionó el oso y comenzó a arrastrarse. Para evitar la gangrena tapo sus heridas con una podredumbre de restos y dejó que los gusanos comieran la carne muerta. Sobrevivió alimentándose de raíces y bayas silvestres y en una ocasión se dio un festín de carne tras ahuyentar a los lobos que devoraban un bisonte muerto. Tardó seis semanas en llegar al río Cheyenne y allí construyó una rudimentaria balsa para descender el río y llegar tras no pocas penalidades a Fort Kiowa. El inicial deseo de venganza contra los compañeros que lo abandonaron le llevó a localizarlos. Al primero le perdonó la vida por su juventud y al segundo porque se había enrolado en el ejército y matar a un soldado implicaba ser condenado a muerte. Solo logró recuperar su preciado fusil. Junto con otros dos cazadores, Hugh Glass sería asesinado y despellejado diez años más tarde en las orillas del río Yellowstone por un grupo de indios Arikara.

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