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La invasión del buenrollismo

  • La cita está cada vez más escorada hacia los sonidos mestizos, los grupos verbeneros, las flautas y los calimochos

Festival Zaidín Rock: Canteca de Macao + El Canijo de Jerez + Sonido Vegetal + Los Vecinos del Callejón + The Milkyway Express + Checopolako. Fecha: viernes 6 de septiembre. Aforo: 10.000 personas.

Si la crónica de la noche del jueves la titulamos con el nombre de una canción de Airbag, 'Septiembre aún es verano', la de la del viernes podría continuar diciendo 'Septiembre ya es otoño'. Efectivamente, la lluvia estuvo a punto de frustrar la fiesta justo en su punto culminante, cuando, terminada la actuación de El Canijo de Jerez, se disponían a hacer lo propio Canteca de Macao, la otra cabeza del cartel de la noche. Afortunadamente, todo quedó en un amago de pocos minutos. A la hora de escribir estas líneas el cielo encapotado sobre Granada genera incertidumbre sobre lo que pasará la del sábado. Por hablar de certezas, lo que no ofrece discusión es la tendencia del cartel del festival, cada vez más escorado hacia los sonidos mestizos y el buenrollismo, es decir, hacia los grupos verbeneros del agrado del público con perros, flautas y calimochos, más que hacia el rock que denomina al propio Festival del Zaidín.

Si es una decisión deliberada de los organizadores o una imposición de los que hacen caja con su celebración es algo que deberían aclarar los primeros. En cualquier caso la decisión hace chirriar entre tantos grupos mestizos la presencia de propuestas inequívocamente pop, como la de Checopolako, o indudablemente rock -en este caso sureño, rock abluesado de carretera y manta- de The Milkyway Express. Tanto a unos como a otros les tocó la ingrata tarea de poner el fondo musical a un recinto que se iba llenando perezosamente sin prestar demasiada atención a sus actuaciones, que en ambos casos cumplieron ante una concurrencia más bien distraída. Cubierto el expediente, llegó el turno del buen rollo y su mochila cargada de consignas facilonas y de proclamas panfletarias de primaria. A esta práctica se entregan Los Vecinos del Callejón sin remordimiento ni matiz alguno. Su fusión de ritmos ska, rock bullanguero, reggae peleón y vientos balcánicos, heredera de otras bandas granadinas como Eskorzo o los añorados Tatamka, no es nada nuevo pero demostró seguir funcionando a pleno rendimiento.

Como ya hiciera la noche anterior el presidente de la Asociación de Vecinos del barrio, también los del Callejón tuvieron un recuerdo para Isidro Olgoso, querido e ilustre convecino fundador del certamen, fallecido en las vísperas de esta trigésimo tercera edición. El ritmo se atemperó y el tono se dulcificó con las nuevas canciones que venía a presentar El Canijo de Jerez. Convertido en un fijo del Festival, primero como parte de Los Delinqüentes y actualmente en solitario, acompañado por su banda, Los Fumadores Galácticos, el Canijo apareció sobre el escenario a lomos de una moto y a partir de ahí todo fueron parabienes, especialmente cuando concedió alguna de las canciones de Los Delinqüentes y en las colaboraciones con los continuadores de la fiesta. Así llegó el turno de Canteca de Macao y con ellos seguramente la parte más caliente y movida de la noche. La versatilidad y la variedad es una cualidad que se menciona cuando se habla de todos los grupos que apuestan por la mezcla de distintos estilos. En el caso de Canteca de Macao es rigurosamente cierto, igual te planchan un huevo que te fríen una camisa. Celebrando su décimo aniversario, la banda demostró encontrarse un su máximo esplendor, y aportaron el repertorio más solvente de la noche, ya hicieran cumbia, rumba, reggae, ritmos aflamencados o rock contundente. Su solvencia los distancia de la mayoría de sus perseguidores. Para cerrar la noche aún tenían que tocar los locales Sonido Vegetal, que presentando su segundo largo, Las Bases del Razonamiento, no se amilanaron ante la avalancha previa y mantuvieron el nivel con un concierto contundente y demoledor. Muchos mencionan en rock entre los ingredientes de su mixtura; Sonido Vegetal hace gravitar los demás estilos alrededor de él. Y el resultado es ese hallazgo propio que han dado en llamar gipsy-punk. Con él terminaron de agotar al respetable y, ya con el amanecer cercano, se despidieron hasta la noche del sábado, esta sí, la del rock en el Zaidín.

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