Zenet es un artista inclasificable que engancha a la primera escucha pues su repertorio, siendo todo él original, rezuma clasicismo. Y es verdad que sus canciones suenan a clásicos sin serlo, pues como él mismo señala la suya es música de toda la vida que no se había hecho hasta ahora. En ella confluyen de forma promiscua la distinción del jazz de club, la guasa del flamenco de taberna costera, el dramatismo de los amores tormentosos que describen los boleros y el tono chulesco y arrastrado de los tangos.

Y por encima de todo ello se impone la personal forma de decir de Toni Zenet, un artista chiquituso y coquetuelo, de atuendo a la vez elegante y canalla, con aspecto de seductor algo picarón, siempre coronado por su juguetón sombrero, que explota sus dotes de showman con una naturalidad incontestable. Seguramente porque se antoja genuino y absolutamente desprovisto de impostura o afectación. De modo que cuando nos cuenta sus avatares en el mundillo, los caminos que hubo de transitar para llegar hasta aquí la noche de su actuación, lo hace con sencillez y honestidad. Así sus constantes circunloquios se vuelven parte del show, pero el espectador nunca tiene la sensación de que el tipo ha venido aquí a hablar de su libro.

Al contrario, con sus vaciles de andar por casa seduce al personal y se lo mete en el bolsillo como un prestidigitador. Y como todo buen mago, echa mano del humor para conseguirlo. Con su debut, Los Mares de China (El volcán, 2008), obtuvo el Premio de la Música al Mejor Artista Revelación. Ahora, cuatro años después de aquello y con su tercer álbum en circulación, Zenet parece cerrar un círculo en forma de trilogía que viene a ser una crónica sentimental contada en 10 canciones. La Menor Explicación, que así se titula el disco, editado de nuevo por El Volcán, servirá a este crooner castizo, más andaluz que flamenco, de excusa para desplegar todo su encanto sobre el escenario del Teatro CajaGranada. Será esta noche a partir de las nueve. Si las circunstancias fueran otras, y el público no estuviera empobrecido por el latrocinio del capital, este artista ya debería estar volando más alto por recintos de mayor aforo. Con las cosas como están, aún es posible disfrutar de él en cercanía. Como dijo el New York Times de Lola Flores hace más de 50 años, "no canta, no baila; no se lo pierdan". Y salvando las distancias, Zenet tiene arte suficiente para trascender sus limitaciones, igualito que La Faraona.