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La memoria viva de Martín Recuerda

  • La Fundación Martín Recuerda lucha por que su figura no caiga en el olvido con proyectos como la realización de cursos de verano en la Villa en los que se analice el teatro español y especialmente el crítico

En 1926 nació en Granada el creador de un teatro popular, realista, social, histórico y absolutamente desgarrador. El ilustre dramaturgo José Martín Recuerda dijo adiós en Salobreña a una vida en la que -según afirma su biógrafo, Ángel Cobo- "la única verdad absoluta fue su obra". Y ésta perdurará siempre. De ello se encarga la fundación que lleva su nombre.

Cuando hoy se cumple el tercer aniversario del fallecimiento del autor, la Fundación Martín Recuerda -que ha recibido su registro en marzo, aunque se inauguró hace un año- con sede en la Casa Roja de Salobreña, sigue luchando por mantener viva la memoria de un personaje irrepetible e imprescindible para conocer el teatro crítico de los últimos 50 años.

Para ello, existen proyectos como la realización de cursos de verano en la Villa en los que se analice el teatro español y especialmente el crítico, impartidos con validez académica y seriedad, de manera que conviertan a Salobreña en un referente teatral a nivel nacional e incluso internacional.

También hay en marcha otras ideas para dar a conocer la vida y la obra del insigne autor granadino, como la digitalización de la voluminosa documentación que existe; entre ella, recortes de prensa o cartas manuscritas (más de quinientas) en las que Martín Recuerda se comunica con Buero Vallejo, Jacinto Benavente, Adolfo Marsillach o Alfonso Paso y expresan las dificultades que les plantea la censura de la época, pero también sus penas, alegrías y sensaciones. "A veces, pensábamos que Pepe estaba creando alguna obra y había estado toda la tarde escribiendo cartas, lo cual le servía, como supongo a los demás, de desahogo en aquellos tiempos", relata Ángel Cobo, hijo adoptivo del ganador de dos premios Lope de Vega (en 1958, por El teatrito de don Ramón y en 1976, por El engañao) y gerente de la fundación.

En las vitrinas de la sede de la Fundación Martín Recuerda se exponen algunas de esas cartas, como la que le envió Nuria Espert cuando se estrenó una de sus obras, que empieza así: "¡Viva tu madre!" En su prolífica obra se encuentran títulos como Las salvajes en Puente San Gil, censurada pero finalmente estrenada en el Teatro Eslava de Madrid en 1963, Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipcíaca, que se estrenó en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1977 bajo la dirección de Adolfo Marsillach o ¿Quién quiere una copla del arcipreste de Hita? (1965).

En otra vitrina se exhiben algunos de sus manuscritos, de los 33 que se conservan, en los que se adivina la emoción del proceso creador, con una letra de trazo muy grande y casi automático. "Pepe enseñaba con la misma pasión que escribía", puntualiza Cobo, así cuenta cómo fue profesor del instituto Padre Juárez de Granada, director del TEU (Teatro Español Universitario), enseñó también en La Sorbona de París, en la Universidad de Washington, en la de Salamanca o en el Humbert State College de California.

En la cálida buhardilla de esta casa del siglo XIX también se exponen objetos personales del escritor, como su DNI (todavía en su cartera), el recuerdo de su primera comunión o sus gafas. Parece como si acabara de dejarlas en ese momento, después de leer o escribir. Son múltiples los recuerdos y el empeño, sin duda, por transportar a la persona que decide visitar este espacio (está abierto de lunes a viernes, de 10 a 14 horas) para realizar una inmersión en el mundo del insigne dramaturgo.

Sin embargo, según el gerente de la fundación, serían necesarios aún más esfuerzos por parte de la Administración para ayudar a que esta memoria perdure a través de las generaciones, aunque se muestra consciente de que "el momento económico no es favorable".

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