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Una mujer aprende a ser libre

  • El gaditano Jota Linares estrena 'Animales sin collar', sólido debut en el que destacan unos entregados Natalia de Molina e Ignacio Mateos

Una mujer aprende  a ser  libre

Una mujer aprende a ser libre / fotos: manolo pavón

Entre los libros en los que se adentró en la adolescencia, gracias a una profesora del instituto en el que estudiaba en Algodonales, Jota Linares accedió a Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, y quedó impresionado por la transformación de Nora, esa mujer que decidía no vivir más a la sombra de su marido y clausuraba con el portazo más célebre de la historia del teatro una relación marcada hasta entonces por la sumisión y la dependencia. Ya en la treintena, el gaditano volvió a leer aquel clásico y le entristeció "que fuera una obra tan actual. En esa época se escribían cartas y ahora no, pero todo lo demás es extrapolable al presente", lamenta el director, que estrena hoy en los cines Animales sin collar, su primer largometraje, una cinta ambientada en la Andalucía del siglo XXI pero que también habla de "una mujer que aprende a ser fuerte, a ser libre". Un argumento que parece estrenarse, añade Linares, en el momento idóneo: "Uno tarda mucho en terminar una película, y el destino ha querido que estrenemos el año del 8M, cuando todavía tenemos que salir a la calle a pedir que la mujer tenga los mismos derechos que el hombre".

Natalia de Molina encarna a Nora, esa mujer que "hace un viaje desde un punto en el que cree llevar una vida feliz a otro en el que comprende que lo que ha llevado es la vida de su marido", Abel (Daniel Grao), un político al que ha apoyado incondicionalmente en sus aspiraciones hasta el punto de olvidarse de sí misma. "Todavía hay muchas mujeres así, queda mucho trabajo por hacer. Creo que el cine debe comprometerse en este sentido", defiende la actriz, ganadora de dos Premios Goya por Vivir es fácil con los ojos cerrados y Techo y comida.

Linares dice que quería "una historia local que emocionará y fuera universal"

De Molina mantenía una larga amistad con Linares antes de este proyecto. "Siempre que veía sus obras de teatro salía pensando en lo bien que estaban los actores, lo gran director que era", opina la jiennense, que comprobó al colaborar con el cineasta que no se equivocaba en su pálpito. "Es muy delicado, muy sensible. Escribe muy bien, pero también le interesan los silencios, los primeros planos en los que importa más lo que se calla que lo que se dice. A mí lo que más me ha costado de Nora, de hecho, es todo lo que oculta, esas mentiras que ha contado a su marido para protegerlo".

Porque la transformación de Nora se produce con la irrupción de tres amigos del pasado ante los que peligran los secretos que ha guardado: Félix (Borja Luna), Virginia (Natalia Mateo) y especialmente Víctor, un tipo caído en desgracia y sumido en la desesperación en cuya interpretación se luce el malagueño Ignacio Mateos. "Escribí ese personaje pensando en él", reconoce Linares. "Me da la sensación de que no le ha llegado el reconocimiento que se merece. Es una persona muy generosa, en una profesión donde a veces es difícil encontrar a alguien sin ego él no tiene ninguno", valora el director, que tenía "claro" que su ópera prima -que rodó en Carmona y Sevilla- estaría ambientada en Andalucía. "Aún recuerdo la impresión que me causó Solas, eso deque el personaje de María Galiana fuera como mi abuela y las mujeres de la película hablaran como las de mi entorno, Algodonales. Yo quería eso: una historia local que emocionara y fuera universal".

Natalia de Molina, en una particular relectura de 'Casa de muñecas'. Abajo, Ignacio Mateos.

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