Al igual que la inmensa mayoría de jóvenes mexicanos de su generación, a Gael García Bernal le tocó crecer escuchando continuamente palabras como "déficit, crisis o devaluación". En su ópera prima como director, el actor ha querido "hacer honor a esa palabra" y hablar así de "todas las ausencias y las carencias de afectividad que existen en un mundo lleno de abismos personales".

Déficit se estrenó ayer en el marco del II Festival Cines del Sur de Granada después de su brillante paso por Cannes y México en unas trepidantes jornadas que están siendo las culpables del "estado de permanente confusión por los desfases horarios" que arrastra García Bernal los últimos días. Pese a todo, el director, productor y protagonista de la cinta explica con entusiasmo los pormenores de un "experimento" que surgió a raíz del interés de un grupo de amigos por contar una anécdota. "Teníamos una imagen, la de un chico que quería desviar a su novia para poder ligarse a otras chicas. Nos pareció divertida y, a partir de ahí, la película se fue convirtiendo en una necesidad orgánica, en una realidad en la que nos sumergimos plenamente", afirmó García Bernal.

Pero Déficit va mucho más allá del aparente día de fiesta que pasan un grupo de fresas -pijos mexicanos- en una gran casa de campo a las afueras de México D. F. A través de los personajes tan distintos que se suceden, la cinta retrata las diversas clases sociales y los déficits, no sólo económicos y sociales que los distancian, sino también las carencias emocionales y afectivas que sufren todos ellos y que les unen de alguna manera.

"Fuimos descubriendo la naturaleza personal de los protagonistas y el significado de sus comportamientos como algo casi iniciático. En la película hay personajes que nacieron en mundos muy distintos y que se transforman, pasando de ser víctimas a responsables de sus actos. Nos quebramos mucho la cabeza para que la película fuera algo más que la historia del pobre niño rico y el pobre niño pobre. Queríamos contar ese otro lado, el de dos mundos que están jodidos y el de dos personajes que comparten prejuicios, complejos sociales... que quieren huir de la burbuja en la que viven pero que son arrastrados por ella. Es una pugna dramática, pero a la vez resulta divertida y agradable", añadió.

Con Déficit, Gael García Bernal cumple el sueño de ponerse detrás de la cámara; un hecho que asume "como un deporte", aunque para ello ha tenido que enfrentarse a "un actor que mandaba más de la cuenta". "Tuve que aceptar que el Gael actor dirigía bastante la película. Estoy acostumbrado a manejarme bien delante de la cámara, detrás se genera una dinámica más compleja. He aprendido cantidad haciendo la película como la he hecho, en vídeo, con pocos recursos y muchas equivocaciones, pero es cierto que no me gustaría volver a actuar en un filme que dirija, porque eso te impide disfrutar al máximo del papel de director. Ahora que la veo con cierta retrospectiva tengo claro que no la haría de otra manera, me gusta ese ímpetu honesto que tiene", destacó.

Pese a su acentuado carácter de crítica social, Déficit también quiere ser una "buena película para ligar". Y, para ello, cumple con dos requisitos fundamentales: es corta y divertida. "Al final todo nos costó más trabajo de la cuenta porque es mucho más fácil hacer algo aburrido que una película divertida", bromeó el neocineasta.

Los conflictos de clases, la visión exacerbada del machismo, la mezcla de iguales o la lucha de un grupo de gente y de todo un pueblo por forjarse una identidad subyacen también en este Déficit, con el que su director quiso atreverse a "sacar a la luz todas esas historias que normalmente no se cuentan". Así, jóvenes de todas las clases y de todas las procedencias "verán reflejadas sus tragedias" en esta cinta que augura las brillantes metas que le esperan en la dirección a un "corredor de fondo" del mundo del cine que sólo aspira a "reinventar" su mundo con preguntas.