josé lebrero. director artístico del museo picasso málaga

"Las necesidades de ciudadanos y turistas son a menudo distintas"

  • El responsable de las actividades del museo hace balance desde su llegada en 2009 y apunta algunas claves de futuro respecto al papel del turismo y las alianzas con otros centros

José Lebrero, en plena instalación de la exposición 'El sur de Picasso. Referencias andaluzas', en el Museo Picasso Málaga. Abajo, una muestra anterior en el centro.

José Lebrero, en plena instalación de la exposición 'El sur de Picasso. Referencias andaluzas', en el Museo Picasso Málaga. Abajo, una muestra anterior en el centro. / fotos: javier albiñana

José Lebrero recibe al Grupo Joly en una de las salas del Museo Picasso reservadas a las exposiciones temporales. Hay olor a pintura, obras de arte embaladas (con el consiguiente refuerzo de seguridad), herramientas por todas partes y operarios que trabajan a destajo para la instalación de la exposición El sur de Picasso. Referencias andaluzas, que se inaugura el próximo lunes 8 (y que los interesados podrán visitar a partir del 9 de octubre y hasta el 3 de febrero). "Pronto podrán verse aquí mismo obras de Velázquez, Goya y Zurbarán", apunta Lebrero mientras se desplaza por el espacio, vacío sólo en apariencia. El director artístico del Museo Picasso Málaga llegó al cargo en 2009 desde Sevilla, donde estuvo al frente del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). Desde entonces ha vivido algunas experiencias cuanto menos desagradables (su puesto llegó a ser cuestionado por Christine Ruiz-Picasso dos años después a cuenta de la exposición Viñetas en el frente, aunque el caso concluyó con reconciliación y apretón de manos) y otras mucho más estimulantes, como un crecimiento notable en el volumen de visitantes que vuelve a darse este año con la perspectiva de un nuevo récord histórico para el cierre (lo que implicará superar la afluencia de 635.000 personas registrada en 2017). Ahora el museo celebra su decimoquinto aniversario y su responsable artístico hace balance a la vez que apunta claves de futuro.

-¿Cuál es su lectura personal de estos nueve años? ¿Está el Museo Picasso hoy donde usted quería verlo en 2009?

-El Museo Picasso ha cambiado en este tiempo como ha cambiado la ciudad. En 2009 no se escuchaba mucho hablar de Málaga como ciudad de los museos. La ciudad no salía en las páginas de cultura de los grandes periódicos internacionales, o si lo hacía era en contadas ocasiones. Ahora, que suceda todo esto nos resulta muy natural, y creo que no hay mucha discusión en torno al hecho de que el Museo Picasso Málaga ha representado un papel importante en esta evolución. Contamos para evaluar esto con indicadores cuantitativos y cualitativos, pero, en todo caso, que la ciudad esté de moda culturalmente hablando es una buena noticia. Cuando llegué al museo, en el proyecto que presenté al Consejo Ejecutivo subrayaba por una parte la importancia de eliminar cualquier connotación de mausoleo y, por otra, de ir más allá del estudio y la exposición de Picasso para poner al artista a dialogar con otros. En este sentido, las exposiciones temporales han abierto un paisaje que seguramente muchos no imaginaban hace diez años, además de un campo interesante para competir y a la vez colaborar con otros museos del entorno.

-Precisamente, la llegada en 2015 de nuevos equipamientos como el Pompidou y el Museo Ruso coincidió con una tendencia al alza en la afluencia del Museo Picasso y a la superación cada año del récord de visitantes. ¿Podemos concluir ya abiertamente que la llegada de aquellos museos benefició a éste?

-Sí y no. En una ocasión dije que el hecho de que aparecieran otras instituciones nos había beneficiado, y era cierto, pero también podríamos decir que a esas otras instituciones les ha beneficiado que estuviéramos antes nosotros.

-El turismo ha crecido igualmente de manera abultada en Málaga a la vez que el Picasso ganaba visitantes. Pero, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?

-En 2009 llegaron a Málaga 746.000 turistas. Y en 2017 se contabilizaron 1.480.000. El doble en sólo ocho años. Esto responde a varias razones, desde luego, no sólo a los museos. Pero una determinada oferta cultural siempre ayuda. El Museo Picasso ya lleva un tiempo aquí y resulta de entrada atractivo para quien decide venir a pasar unos días a Málaga. No es dependiente de una empresa que tenga que rendir cuentas ni de una institución que hoy puede estar y mañana no. Y esa consolidación ofrece unas determinadas garantías, también de cara al turismo, gracias al compromiso de un Consejo Ejecutivo que trabaja más allá de las posibles circunstancias particulares. El Museo Picasso tiene futuro. Tanto como el Museo de Málaga, diría yo. Y nadie va a esperar que el Museo de Málaga cierre mañana. Ni pasado.

-Respecto a las afluencias y el turismo, los registros confirman que el público local participa de manera mayoritaria en actividades culturales del museo como conciertos y proyecciones de cine, mientras que las exposiciones se corresponden por lo general con un público internacional. ¿Habría alguna manera de que estas tendencias se cruzaran?

-Eso está escrito y estudiado. Para que una ciudad sometida a las dinámicas propias del siglo XXI, en las que las ciudades son generadoras de riqueza a costa del turismo mientras luchan por mantener su identidad y garantizar el bienestar de sus ciudadanos, salga adelante con garantías, hay una solución idónea: que los turistas y los ciudadanos se encuentren. Que haya espacios de confluencia. Pero no basta con convertir a los ciudadanos en guías turísticos de manera improvisada. Hay que ser rigurosos. El otro día encontré que actualmente se ofrece en Málaga un recorrido turístico bajo el lema El asesinato de Picasso por 25 euros. Entiendo que se hagan estas cosas, pero ¿quién las homologa? En todo caso, las confluencias son deseables, pero las necesidades de los turistas y de los ciudadanos son a menudo muy distintas. Y hay que saber satisfacerlas todas. Pero eso cuesta tiempo y formación.

-¿Podríamos asentar al menos un objetivo común para todos los públicos del museo?

-Sí. Generar conocimiento. Que quien entre aquí, venga de donde venga, no salga de la misma manera. Es una aspiración razonable.

-En estos años se ha ampliado también la colaboración con otros museos e instituciones fuera de España para la organización de las exposiciones temporales. ¿Es más fácil ahora llegar a acuerdos que en 2009?

-Sí, tenemos una reputación mayor que en 2009, sustentada sobre todo en proyectos realizados con éxito. El museo ha colaborado con instituciones como el MOMA y otras instituciones muy grandes, siempre como hermanos pequeños, porque en el mundo del arte nadie regala nada. Y menos ahora que todo está mucho más mercantilizado y todo es más difícil. Pues bien, nos visitan de museos de todo el mundo para interesarse por lo que hacemos y para proponernos colaboraciones. Pero eso hay que ganárselo todos los días. Eso, sin olvidar que nuestra situación geográfica es excelente desde el punto de vista climático, pero desde el punto de vista económico y cultural nos encontramos en una parte de Europa que requiere un esfuerzo adicional. Seguramente, una de nuestras fortalezas es el ambiente cosmopolita que ofrece el museo. Ofrecemos un sitio agradable en pleno centro que no ha sucumbido a los procesos de gentrificación y que cuenta con una variedad de visitantes enorme.

-Respecto a ese ambiente de mercantilización, ¿la marca Picasso sigue ofreciendo una buena defensa?

-Sí, nos abre muchas puertas. Ahora que vamos a celebrar aquí la cuarta edición del Congreso Internacional Picasso podemos comprobar hasta qué punto su obra no sólo no está agotada sino que sigue generando estudios, análisis, pensamiento, trabajos de todo tipo. Hay incluso mucho campo aún por explorar, y eso es muy de agradecer. Es muy difícil encontrar en la historia del arte occidental un creador tan diverso a la hora de alumbrar sus representaciones, lo que facilita las cosas para cualquier museo que se precie.

-Para la producción de la exposición temporal Andy Warhol. El arte mecánico, el Museo Picasso contó con la colaboración de la Obra Social La Caixa, lo que permitió que la muestra llegara también a los Caixafórum de Madrid y Barcelona y recabara en total cerca de 600.000 visitantes. ¿Piensa volver a adoptar el modelo de producción compartida?

-Proyectos como el de Warhol son muy difíciles de hacer. Si logramos llevarlo a cabo fue gracias a la colaboración de la Fundación La Caixa. Para aspirar a cierto tipo de proyectos tenemos que buscar aliados, sin más remedio. Lo importante es saber con qué aliados podemos tener más sintonía, con cuáles podemos compartir objetivos. Digamos que el nivel de colaboración del Museo Picasso con otros centros es satisfactorio, tenemos aliados con los que podemos llegar a acuerdos muy importantes y que están muy interesados. Pero, a pesar de ello, la necesidad de seguir creciendo en este sentido no es menor.

-Afirma usted que el Museo Picasso tiene futuro, pero ¿qué tipo de renovación tiene que afrontar?

-Sí, hay mucha inquietud por saber cómo va a continuar esto. Me refiero al museo como entidad, como agente cultural. Nadie tiene la fórmula mágica para adivinarlo. La institución museística como tal tiene doscientos años y el mundo de la cultura ha cambiado en este tiempo muchísimo, desde luego. Además, han aparecido otros modos expansivos de conexión y comunicación que permite compartir contenidos y experiencias de manera inmediata. Hace unos cuantos años nadie hablaba de pisos turísticos y hoy día se vende y se compra arte muy caro y muy importante por Instagram. También han cambiado los patrones de comportamiento: hoy es habitual que alguien que viene de Madrid a ver el museo o a dar una conferencia aquí llegue por la mañana y regrese la misma noche, pero eso no era así hace pocos años, y todo esto influye mucho a nivel de museo y de ciudad. Tomado todo esto en peso, ¿podemos hacer el mismo relato del arte y los museos que hace quince años? Entiendo que no. Piensa en las posibilidades de ocio: no tienen ya nada que ver con las del siglo pasado. Los museos deben evolucionar en consecuencia. No hay más remedio. Estamos obligados para sobrevivir.

-¿Es usted optimista?

-El arte es un artículo de fe: o crees, o no crees. Precisamente, en la exposición que estamos preparando, El sur de Picasso. Referencias andaluzas, hay bastantes referencias al barroco y al arte religioso. Y ahí hay conexiones interesantes.

-¿Cerrará el Museo Picasso 2018 con otro récord de visitantes?

-No hacemos previsiones de ese tipo en este museo.

-¿A tenor al menos de los datos recabados hasta ahora?

-Los datos recabados hasta ahora desde enero son superiores en cuanto al número de visitantes respecto a los del mismo plazo de 2017. Dado que estamos ya casi en octubre, tendría que suceder una catástrofe muy grande para que no despidiéramos el año con un nuevo récord de visitas.

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