Cuando Motril todavía no se había repuesto aún de sus fiestas y de la resaca del concierto internacional de The Cranberries, un nuevo espectáculo musical vino anoche a animar las noches veraniegas de la Costa Tropical. Unas 4.000 personas disfrutaron de un concierto en el que el que se acentuó aún más si cabe el flamenco y el homenaje a Granada por parte de El Barrio.

El artista gaditano, con una gira de 31 conciertos que está cosechando un gran éxito en toda la geografía española, hacía parada de nuevo en la provincia para presentar una vez más su disco Duermevela. Ya lo hizo en la capital en febrero y no era la primera vez que actuaba en Motril. Hace dos años ya visitó la ciudad costera para presentar su anterior trabajo, La voz de mi silencio. Como entonces, dejó buen sabor de boca.

A primera hora de la tarde ya se congregaban inconfundibles grupos de 'barrieros' -como ellos mismos se autodenominan- con el característico sombrero negro y el único objetivo de estar lo más cerca posible de su artista favorito. Ellos se definen como "una clase social que destaca por vivir un concierto y tener un sentir diferente". Los había de numerosos puntos de España, pero la mayoría eran de las provincias limítrofes que vinieron exclusivamente para el evento y después se marcharon hacia sus lugares de origen.

Sin que hubiera opción para la entrada VIP que se comercializó tan sólo en lugares como Madrid, Palma de Mallorca, Aroche, Sevilla y Alcalá de Henares, el público se amontonó en la puerta de la plaza de toros, edificio multiusos donde se celebró el concierto y que, según el concejal, Nicolás Navarro, el ayuntamiento pretende que se consolide para albergar este tipo de eventos.

Como un animal nocturno -como él mismo ha reconocido en varias ocasiones- con la noche como aliada, José Luis Figuereo, El Barrio, se puso su sombrero y salió al escenario dispuesto a hacer disfrutar al público motrileño durante más de una hora de un espectáculo en el que no defraudó con un importante despliegue de música, luz y color.

El concierto del que se ha llamado por algunos críticos como el 'apóstol' o el 'sabina' del nuevo flamenco comenzó a las 23 horas. Minutos antes, un reloj se proyectaba en el escenario. Sin mediar una nota, El Barrio aparecía en el escenario en medio de una gran ovación y regaló al público unos minutos de flamenco que el público acompañó con palmas. La silla en la que actuó fue sustituida por el micro de pie y las guitarras eléctricas. A continuación sonó Insomnio y Réquiem por una Magdalena. El Selu, había dejado la gabardina de cuero por exigencias de altas temperaturas, a las que hizo referencia: "hace más calor que en un invernadero de Almería a mediodía si alguien te dice de hacer el amor", dijo haciendo gala de buen humor, del cual hizo gala durante toda la noche. Estaba ataviado con camisa y pantalón negros y su característico sombrero.

Las canciones de Duermevela se encargaron de caldear el ambiente, sobre todo, entre los más jóvenes, aunque el público flamenco que alojó ayer la plaza de toros era de todas las edades. El Barrio alternó temas actuales con los de sus ocho discos anteriores. Así fueron sonando Crónicas de un gay y, cómo no, sus Crónicas de una loca, uno de los momentos en los que el público vibró de manera especial. También echó mano de clásicos como Pa Madrid, que levantó los ánimos de todos los presentes.

Momentos emotivos se vivieron en la plaza de toros motrileña, protagonizados por el mismo Selu, sobre todo, en Cómo llora el amor, la favorita del cantante, que interactuó toda la noche con el público. Una joven en primera fila no dejó de llorar y de gritarle "guapo". Algo de lo que él pareció percatarse. Conexión y complicidad con el público flotaba en el ambiente de la noche motrileña.

La plaza de toros se vino abajo con el himno de los barrieros Orgullo. Para algunos de ellos, "la mejor noche de su vida". Tal es el arrastre de este fenómeno musical del momento.