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"En ocasiones la realidad tiene más matices irreales que la propia ficción"

  • La escritora granadina presenta su primer libro de cuentos en los que queda reflejada la influencia de "su maestro" Cortázar

No recuerda el día que empezó a escribir, y es que sus relatos le fluyen en cualquier situación, incluso esperando "la cola de la pescadería de un gran hipermercado". Pepa Merlo los anota y después los va cuajando "cuando tiene tiempo" y su trajín diario se lo permite. Así fue como surgió su primer libro titulado Todos los cuentos, el cuento, que se presenta esta tarde a las 19.30 horas en el Museo Casa de los Tiros de la mano del poeta Andrés Neuman.

Después de muchos relatos que son desechados en el camino y muchas horas de trabajo, la escritora Pepa Merlo se dio cuenta que había creado, de manera inconsciente, un libro de cuentos. "De pronto un día, revisando los cuentos que tenía escritos desde el 1999 hasta el año 2006, me di cuenta que tenían una entidad juntos, que podían formar parte de un libro. Había relatos que terminaban lloviendo y que el siguiente comenzaba en el mismo punto del anterior", comenta la autora.

Todos los cuentos, el cuento resume 17 escenas donde la irrealidad, el ensoñamiento y las historias cotidianas se van desgranando en los personajes que aparecen en cada uno de los relatos. Para la autora su fuente de inspiración es la propia vida: "Las ideas de mis cuentos me vienen de la calle, de un gesto de una cara que veo, de una conversación que escucho, de historias que me cuentan y que tiene forma de cuento en sí. En ocasiones la propia realidad tiene más matices de ficción que la propia ficción en sí".

Merlo bebe de clásicos del género como Cortázar, "uno de mis mayores maestros", y al que rinde sentido homenaje tomando el título del escritor latinoamericano Todos los fuegos, el fuego para enmarcar su propia creación. Una de las partes fundamentales para la escritora granadina es dotar a sus personajes de un ambiente adecuado: "Lo más difícil de conseguir es pintar un ambiente, lograr la atmósfera adecuada que necesita esa historia. Donde más me gusta detenerme es en el ambiente donde los personajes van a estar. En estos relatos son personajes muy cotidianos, pero viven en un ambiente irreal".

Paseando por las páginas de la obra se puede encontrar un microrrelato titulado La bolsa; un impactante cuento ambientado en el año 1936, La veneziana, al que la autora tiene "especial cariño", donde el sabor de "una famosa heladería", la guerra civil y sus consecuencias tienen un amargo final; así como el relato en "forma de muñeca rusa", una estructura que tiene cabida en El Cazasueños.

Fiel defensora del cuento, suele no sobrepasar los seis folios cuando escribe, algo que sucede incluso sin proponérselo. Además, la fotografía es otra fuente de la que bebe para sus historias, de la cual le gusta resaltar "a la gente de la calle, retratos e instantes de vagabundos", con los cuales en más de una ocasión, por fotografiarlos, se ha visto en algún que otro aprieto.

La maquinaria de creación nunca para y ahora, tras su primera publicación y las buenas críticas que está recibiendo, "la han animado" a seguir publicando y ya tiene otro libro en marcha, que ha ido surgiendo "de historias robadas, de cosas que me han ido contado distintas personas y que las he ido haciendo mías".

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