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Un órgano aglutinador de inquietudes

  • El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo acoge una muestra sobre la revista 'Figura', un espacio trascendental para el arte que germinó en los 80

Los años ochenta fueron para la ciudad de Sevilla los que aportaron a la realidad artística la primera gran consolidación de la Modernidad. Antes existieron algunas iniciativas de mayor o menor trascendencia, la Galería La Psarela de Enrique Roldán -¿para cuándo el gran homenaje de la Sevilla artística a Quique Roldán, el gran factor del Arte Contemporáneo en la ciudad?-, Juana de Aizpuru, el centro M-11 de Quico Rivas y Juan Manuel Bonet, la creación del Museo de Arte Contemporáneo, paco Molina y su trabajo en El Monte y esotros sitios, la aparición de Rafael Ortiz en la escena expositiva, sustituyendo a su padre al frente de la Galería… Todas ellas constituyeron un punto cuando, en 1983, aparece la Revista Figura, cuya publicación coincidió con una época de absoluto cambio social y político en aquella España, en aquella Andalucía y en aquella Sevilla que se abrían a una nueva existencia llena, al menos, de entusiasmo y energía.

Sevilla tenía sobre sí la gran rémora del pasado ilustre al que muchos, y desde muy variadas instancias, pretendían hacer eterno. La oficialidad artística contribuía, asimismo, a bien poco. La Escuela Superior de Bellas Artes, que podía haber sido el eje canalizador de la necesaria renovación, no estaba a la altura, con un profesorado, todavía, apostando por los efluvios de la tradición, salvo honrosas excepciones que encabezaba Miguel Pérez Aguilera. Tuvo que ser el afán por romper de los más jóvenes los que abanderaran el camino hacia lo nuevo. Curro González, Pepe Espalíu, Patricio Cabrera, Rafael Agredano, Guillermo Paneque, José María Báez, Rafael Zapatero, Antonio Sosa, Ricardo Cadenas, José María Bermejo, Federico Guzmán, entre otros, asentaron con fuerza el deseo de un Arte hacia delante. Casi todos estaban en posesión de una particular concepción plástica y estética, con la figuración asumiendo novedosos planteamientos alejados de los esquemas inmovilistas que tanto agradaban en la ciudad y, también, abrazando nuevos credos con determinante formulación.

La revista Figura, durante sus tres años de existencia, llevó a Sevilla ecos de lo que, en materia artística, se hacía en otros sitios de España y en el mundo. Fue una especie de órgano de difusión de los intereses rupturistas de unas artistas que ya no creían nada más que en horizontes diáfanos para un Arte en particular y para una Cultura en general. Y que, por supuesto, no tenían intención de permanecer anclados en tiempos que se consideraban acabados.

La exposición, muy bien estructurada, no es un recorrido por los números de la Revista Figura, por los artistas que aparecieron en sus páginas -que también-; es el compendio de una realidad que tuvo muchas vertientes; un tiempo que supuso el punto y seguido para que Sevilla latiera artísticamente con una nueva cadencia. Juan Antonio Álvarez Reyes, director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, y Yolanda Torrubia, han comisariado un proyecto expositivo variado y muy bien ideado. Teniendo a la revista como eje central se realiza un exhaustivo análisis de lo que aconteció alrededor de aquella Figura que tanto aglutinó a su alrededor y que vio aparecer, entre otras buenas proposiciones, la Galería La Máquina Española de Pepe Cobo, probablemente, el centro neurálgico de aquellos artistas vinculados a Figura.

La muestra del C.A.A.C. es, además, el eje que centra una serie de exposiciones que, mediata o inmediatamente, miran a la Revista o la tienen como posible germen impulsor de un estamento artístico que ha ido evolucionando; son las muestras de Miki Leal, de José Miguel Periñíguez y de María José Gallardo, así como el impresionante legado de la obra de Guillermo Pérez Villalta, depositado en el Centro.

A partir de Figura. Una posible lectura de los 80 nos plantea una visión comprometida del arte que se llevó a cabo en aquella década de tanta trascendencia. Además de los artistas sevillanos ya mencionados nos encontramos obras de otros grandes creadores nacionales e internacionales -Anish Kapoor, Jean-Michel Basquiat, Enzo Cucci, Sigmar Polke, Julian Schnabel, Joseph Beuys, Tony Cragg, John Cage, Georg Baselitz y Richar Deacon, que comparten los espacios de la vieja fábrica de cerámica Pitman con los españoles Luis Gordillo, Miquel Barceló, Juan Uslé, Menchu Lamas, Victoria Civera, Antón Patiño, Juan Navarro Balldeweg, Sigfrido Martín Begué, Cristina Iglesias, Chema Cobo, José María Sicilia, Ferrán García Sevilla, Juan Muñoz, Evaristo Bellotti, paco Leiro, Moisés Moreno o el surrealismo inquietante de Luis Buñuel, entre otros-. Toda una amplia lección del mejor arte, con obras muy bien seleccionadas -nada de poner nombres sin ton si son-, al que sólo hay poner el pero de que ciertos artistas malagueños y granadinos han sido olvidados.

Una magnífica exposición en torno a aquella Figura que fue germen de muchas cosas.

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