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Los parámetros de un arte eterno

  • La exposición en el espacio Artunity nos sitúa en los medios del universo Trenado; allí donde se sublima la realidad para acceder a una nueva dimensión

Los parámetros de un arte eterno

Los parámetros de un arte eterno

Existen exposiciones que por la entidad de la obra mostrada o por la personalidad y potencia creativa de su autor, se convierten en auténticos acontecimientos nada más anunciarse. Si a esto se le añade que hay artistas de este tipo que no son demasiado proclives a dejar ver su obra en los espacios habituales de los circuitos artísticos, cuando nos encontramos ante la comparecencia de uno de estos autores, su exposición adopta tintes de absoluta expectación y es celebrada como verdadero acto festivo. Es lo que ocurre, siempre, con una muestra de Carmelo Trenado, artista de culto por muchas cosas. Es clásico en el tratamiento de una pintura pausada, pensada con mucho sentido, desarrollada con solvencia plástica y distribuida mediante una justa y sabia sintaxis. Es moderno en la estructura organizativa de su obra y en la manifestación representativa de los conceptos. Es eterno como ejecutor de un arte sin tiempo ni edad. Además, Carmelo es maestro de los de siempre, sin medias tintas ni pamplinas que a nada conducen, capaz de sacar a sus alumnos la verdad y lo bueno de lo que llevan dentro y enseñar, con determinación y rigurosidad, los entresijos de una profesión bastante devaluada por los impertinentes planteamientos que se quieren, erróneamente, para un arte contemporáneo, esquivo y altamente cuestionado.

Hacía tiempo que Carmelo Trenado no se hacía presente en Granada y se echaban de menos sus clarividentes argumentos de una creación a la que él concede máximo sentido. La legión de amantes de lo artístico, sus alumnos, la profesión, en general, esperaban la esclarecedora pintura de este artista completo, al margen de todo y una especie de llanero solitario de una práctica falta de buenos argumentos. Ahora llega hasta este espacio de la Zubia -Carmelo podría exponer, con todas las garantías, en cualquier importante lugar- demostrando con ello estar absolutamente al servicio del arte; pero no al de ese que le sobran tanto artificio y posturas impostadas y le faltan justas maneras.

La exposición en el espacio Artunity nos sitúa en los medios del universo Trenado; allí donde se sublima la realidad para acceder a una nueva dimensión, con lo concreto perdiendo interés y haciendo renacer la esencia de una idea que el artista compone con argumentaciones sutilmente distribuidas. Dos planteamiento conforman la muestra de la cercana población. Por un lado, la pintura, esa felicísima manifestación plástica que desde el contundente y personal lenguaje del artista nos hace transitar por una representación mediata, intimista, evocadora y llena de emoción formal. Una pintura que ha diluido el relato de lo real, potenciando al mismo tiempo esquemas más esenciales en los que se vislumbran, mínimamente, los perfiles ilustrados de un entorno que pierde interés y gana expresividad y contundencia pictórica. En la obra de Carmelo Trenado se adivina un paisaje doméstico, referencias de interiores, de casas, que han dejado su posición más representativa para asumir su sentido más conceptual; en un lenguaje más críptico usado por los abanderados de la retórica superflua, se diría que lo cósico abandona su estamento relator para adoptar la imagen suprema de una metáfora perfilada con los matices de la esencia; es decir, que la realidad ha dejado de manifestarse en todo su esplendor para evocar sólo la esencia de esa realidad. Se trata de un trabajo minucioso, consciente, lleno de dominio sobre la materia plástica; con una sabia organización estructural; con los elementos formales involucrados a la idea y exigiéndole un desenlace convincente para que argumente todo su sentido. En definitiva, una pintura salida de un ideario creativo personal e intransferible, que aporta supremo conocimiento -el absoluto manejo de los distinto de los formatos, así lo constata- de una pintura que él hace verdadero e imperecedero testimonio artístico.

Pero si en la pintura observamos abiertamente la capacidad manifiesta del artista para afrontar una realidad atemporal, clásica en su planteamiento de verdad formal y moderna en su concepción de convencimiento estético; con sus dibujos, Carmelo Trenado nos da una lección de síntesis argumental, de sutileza compositiva, de profundidad estética, de conseguir lo máximo con lo mínimo. Mediante una gran economía de medios formales, los que absolutamente son necesarios, se nos ofrece una serie de justos registros, verdaderos poemas visuales, que plantean escuetas escenas de un mundo, perfectamente delimitado, que describen bocetos de una historia grande. Son estos dibujos, realizados con tinta de rotulador, la esencia de la representación; o dicho de otra manera, en estos dibujos la realidad se nos representa con lo más esencial de su relato.

La comparecencia de Carmelo Trenado nos vuelve a ilusionar con el trabajo bien hecho, con los esquemas eternos de la pintura, con la determinante elegancia de un dibujo sabiamente conformador, con los imperecederos resortes de un arte sin resquicios ni reveses ni dialécticas; un arte sin fronteras, de horizontes límpidos. Un arte; en definitiva, que nos ha devuelto a los parámetros de un creador esperado, convencido y convincente.

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