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El piano intimista

  • El pianista madrileño Eduardo Frías debuta en disco con un álbum para Sony Classical que recoge casi toda la obra para piano del compositor también madrileño Jorge Grundman

El compositor madrileño Jorge Grundman.

El compositor madrileño Jorge Grundman. / sergio cabanillas

Jorge Grundman (Madrid, 1961) es un compositor atípico. Criado en la Movida madrileña, su trabajo creativo no encaja en la etiqueta "música contemporánea", que suele emplearse para las diversas tendencias modernistas que arrancaron de la posguerra. El ambiente dogmático de las vanguardias ha cambiado, "pero aún hay resistencias, sobre todo, en los programadores", comenta. "Los que escribimos música tonal, basada en la tradición clásica, lo tenemos difícil en determinados ambientes. Con Albert Guinovart, Miquel Ortega, Alberto García Demestres y algunos amigos más formamos un grupo que llamamos Los Otros: nos veíamos raros por hablar el lenguaje de la tonalidad. En realidad, para que nuestra música se escuche en España dependemos mucho del conocimiento que tengan los programadores de nuestra obra. Los que programan música clásica ven nuestra fecha de nacimiento y piensan que lo que hacemos debe de ser incomprensible para su público. Los que se mueven en el circuito contemporáneo van con el prejuicio de que lo tonal no es aceptable... Y eso que yo he tenido mucha suerte. Trabajé con Ara Malikian, que me dijo que mi música era diferente y debería ponerme en contacto con el Cuarteto Brodsky. El disco que el Brodsky dedicó a mi música en Chandos fue muy importante, una plataforma esencial para mí. Luego conocí a Juan Carlos Garvayo, que me sugirió que me metiera en la Asociación Madrileña de Compositores Contemporáneos, y he conseguido que mi música la interpreten grupos como el mismo Trío Arbós o el Ensemble Kuraia. Gracias a los discos, mi música suena mucho en Estados Unidos, pero allí siempre han tenido una visión diferente sobre lo que se puede considerar contemporáneo".

Aunque grupos y festivales de música contemporánea parecen poco accesibles, Grundman recibió hace dos años un encargo del Festival de Música Contemporánea de Tres Cantos: "Sinceramente, me sorprendió. Escribí un trío para flauta, violonchelo y piano dedicado a Santa Teresa que se interpretó en un concierto donde había obras de George Crumb o Consuelo Díez". En la presentación de ese festival, Grundman conoció al joven pianista Eduardo Frías, que le pidió música de concierto. "Yo conocía ya la obra de Jorge -explica Frías-. Me interesa mucho la música neotonal. En principio le pedí alguna obra para tocar en una sala de conciertos que tengo en Madrid, Toccata en A. Me sorprendió que nada de su música pianística estuviera grabada, y entonces le propuse la idea de juntar más obras para hacer un disco monográfico".

Quienes escribimos música tonal, basada en la tradición clásica, lo tenemos difícil en algunos ambientes"

"En principio, mi única obra pianística de concierto era In the still of the night, que me la pidió una pianista de Londres, y se estrenó allí -retoma Grundman-. Es una obra virtuosística, que continúa el homenaje que Falla hizo a Debussy, de forma que se tocan ambas seguidas, sin pausa. Tenía algunas otras obras escritas, pero con un carácter más bien privado, un par de estudios y una Suite en tres movimientos que escribí para mi hija Sara: son tres piececitas que empiezan en el estilo de Haydn, Mozart y Chopin. Nunca pensé que ningún pianista profesional las tocaría en concierto, aunque la Chopiniana es bastante difícil. Además tenía otra obrita, una nana que dediqué al hijo de Daniel del Pino. Ese era todo mi corpus pianístico. Pero cuando vi el interés de Eduardo empecé a escribir e hice cuatro fantasías. Dediqué cada una a un pianista: La soledad del corredor de Central Park a Tito García González, que la estrenó en el Carnegie Hall; No me quitarán la esperanza, a Josu Okiñena; ¿Quién recuerda la belleza cuando la tristeza llama a tu puerta?, dedicada al propio Frías; y Streams, la más virtuosística, que dediqué a Ludmil Angelov".

En su escritura, Jorge Grudnman deja "total libertad al intérprete". "En realidad -afirma-, la obra no existe hasta que la ejecuta alguien. No soy de anotar muchos tempi en la partitura. Es importante que cada intérprete la haga como la siente. Esto me ha generado algunos disgustos, porque algunos no entienden nada, pero así y todo creo que es mejor. Yo suelo dar una pequeña grabación que hago en casa, y luego ellos la interpretan a su manera. Eduardo lo hace todo muy intimista. Un poco en modo Mompou". Frías considera que la música de Grundman "tiene un estilo personal, reconocible. Es una música muy intimista, una música que te emociona. Como oyente, te quedas enganchado a sus melodías; como intérprete, tocar su música es un puro placer". La presentación mundial del nuevo CD la hará Eduardo Frías en octubre en el Carnegie Hall neoyorquino. "La música de Jorge es mucho más conocida allí que en España, aunque la idea es hacer un gran acto de presentación en el Auditorio Nacional de Madrid en febrero o marzo del año próximo. No está del todo confirmado".

En septiembre, Grudnman volverá a publicar un álbum en su sello, Non Profit Music, parado un par de años. "Es una obra para violín solo que he tardado cinco años en componer. Se titula Shoah, un homenaje a las víctimas del Holocausto que estrenó Vicente Cueva en el Museo sefardí de Toledo. Son seis movimientos para violín y uno para voz. Es la partitura más extensa para violín solo que se haya compuesto nunca. Dura 57 minutos. Conseguimos para la grabación el Stradivarius Auer de 1691, que fue propiedad de Leopold Auer, un gran violinista que se convirtió al judaísmo. La idea es interpretar la obra alrededor del mundo: se va a tocar en el Guggenheim de Bilbao en noviembre, pero hay opciones de hacerlo también en la sede de Naciones Unidas en Nueva York y en el Museo de Auschwitz. Algunos han visto Shoah con cierta prevención, ya que yo soy católico, pero mis abuelos murieron en el gueto de Varsovia. Puse lo mejor de mí en esta música, que es también en cierta manera un homenaje a Bach".

Jorge Grundman trabaja ahora en su segunda ópera. La primera, con libreto propio, está basada en Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, "y se va a estrenar en 2020, centenario del nacimiento de Delibes y a los diez años de su muerte. La ópera está dividida en tres partes y la orquestación es idéntica a la de la Pavana para una infanta difunta de Ravel". La nueva ópera, basada en una idea del compositor pero con libreto de Álvaro Zaldívar, se titula Apenas una semana antes de que comience el verano y "se basa en un drama humano que conocí por la prensa y que ocurrió en un refugio de ayuda mutua de unas prostitutas mayores, retiradas, en México. Mi idea es terminarla este mismo verano".

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