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La pluma y la espada

  • Con 'Issa Nobunaga' (Nowevolution), el escritor Carlos Almira Picazo ha realizado un sugerente viaje a un país y un período convulso, el Japón medieval

Siglo XVI. Japón está inmerso en un turbión de guerras intestinas cuyo fin no parece inmediato y el patriarca del clan Nobunaga, un pequeño señor feudal que antaño ambicionaba ampliar sus dominios a través de las armas, hogaño se contentaría con legar intacta su hacienda. Tampoco la sucesión se presenta fácil. El señor Nobunaga ha sido bendecido con dos hijos varones de carácter tan opuesto como para desbaratar cualquier plan para el futuro. El primogénito Issa, aunque no ignore el arte de la guerra, prefiere la poesía a la espada; mientras el segundogénito, Oda, el candidato ideal para tomar las riendas del clan, no ambiciona las regalías de la primogenitura. La paradoja es atractiva: cada uno cree en sí mismo y ninguno envidia al otro. Ambos hermanos son tan distintos como complementarios. El propio padre reconoce que: "Las cualidades que hacían sobresalir a uno, sensibilidad, inteligencia, finura… se correspondían con asombrosa exactitud con los defectos e imperfecciones del otro y viceversa, como imágenes en espejos invertidos".

Sea como fuere, el equilibrio debe romperse; de no ser así, no habría novela. Issa se echa a los caminos tras las musas y Oda, con el paso franco, acaba convirtiéndose en un importante caudillo. Los sueños de grandeza del padre serán satisfechos con creces: bajo el gobierno de Oda tendrá lugar la primera unificación política del país y el inicio de la modernización. Tales sueños serán asimismo "traicionados" pues, en el momento de ensanchar los confines del clan Nobunaga, el hijo fundará uno nuevo: el clan Oda. El siglo le será propicio, no fácil. A las sombras habituales en el mundo de la política, en un tiempo en que ésta era inseparable del ejercicio de la guerra, se suma la del hermano desaparecido; la partida de Issa será un arma en manos de rivales y enemigos: ¿No estará Oda implicado en los hechos? A todos les cuesta creer que el primogénito desprecie sus prerrogativas, como dicen que hizo Issa, para dedicarse a la composición de haikus, comiendo de lo que el azar o la caridad disponen, durmiendo allí donde lo vence el sueño.

La trama, planteada en estos términos, hace pensar en un arquetipo que ha sido fuente inagotable de leyendas y ficciones: el de los hermanos enfrentados -en bastantes casos, gemelos- que son expresión de la dualidad inherente en el ser humano; lo normal es presentar a uno de los hermanos como encarnación de la idea del Bien y al otro como destilación de la del Mal. Es un mito fundacional, instrumentalizado por religiones y culturas de signo contrario; ahí están Caín y Abel, Esaú y Jacob, Osiris y Set, Rómulo y Remo, etc. El conflicto se resuelve con el sacrificio (voluntario o no) de uno de ellos. En esta novela tenemos a Issa y Oda, la pluma y la espada, la idea y la acción, y el triunfo del segundo se cimienta en el rechazo del primero a sus privilegios. La función inaugural se cumpliría al comenzar a sentarse, con Oda, las bases del Estado moderno japonés. Si estuviéramos en lo cierto, el narrador habría sumado Historia y Mito a la trama de oposiciones ya presente en el relato.

En Carlos Almira Picazo -nacido en Castellón, pero afincado en Granada- sorprendemos una prosa atenta a los acordes más delicados de la acción. No es un escritor al uso, vaya esto por delante. Tanto es así que las limitaciones de Issa Nobunaga, esa acusada sensación de extravío que despierta en el lector, están provocadas por unas ambiciones tan saludables como temerarias. La novela intenta dar cuenta de uno de los períodos históricos más convulsos en un país de fortísimos contrastes y mover sobre el tablero dramático una nutrida nómina de personajes, erizados de afanes y desvelos, personales y políticos, que hacen y deshacen, sin interrupción. Un material tan vasto exigía una estructura más recia, un trabajo de carpintería mayor, a fin de darle la unidad necesaria. En la trama se suceden guerras, treguas, alianzas, traiciones, encuentros, desencuentros, sin que siempre esté claro dónde empiezan unos, dónde otros. Carlos Almira ha errado precisamente al ponerse a sí mismo el listón tan alto.

Carlos Almira Picazo, Nowevolution, 2009

Ruth Benedict, Alianza, Madrid, 2008.

Lafcadio Hearn, Alianza, Madrid, 2008.

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