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"La poesía debe ser verdad, un sentimiento que ve la luz"

Cuando tenía 14 años ya actuaba en el Grupo de Teatro de Pinos Puente que más tarde dirigiría. Aquellos momentos y el espíritu libre del entorno en el que se movía, marcado por la influencia de Federico García Lorca, la Vega y la cultura en su sentido más amplio, fueron el caldo de cultivo de una inquietud por la poesía que ayer tomó forma con la presentación de su libro. Francisco Vaquero Sánchez recitó algunos versos de La luz atrapada en la Asociación de la Prensa. En el acto intervinieron José María Cotarelo, Toñi Serrano y Carmen Párrizas.

De los años de su niñez parte la extensa obra de Vaquero, quien define su escritura como "poesía del sentimiento". No en vano, dice no entender la poesía sin una verdad, "sin un sentimiento hondo que vea la luz". Por eso, su trayectoria vital es eje y sentido del poemario que, según ha explicado, nace del trabajo de los últimos cuatro años. "He ido apuntando, levantándome de madrugada con ideas... Ha sido un embarazo largo, de muchos años", explica. La naturaleza, el agua, la tierra y la sensibilidad de un grupo de artistas compañeros se derraman por el libro, estructurado en tres partes. La primera de ellas es La pirámide de madera, basada en su infancia porque, bajo su punto de vista, "después de la infancia, muerte y después de la muerte, nada". Sus recuerdos se vuelcan a través de los versos que dedica a una hermana que murió con once años. La segunda parte de la obra es La sombra de las mariposas, dedicada a sus amigos y que incluye una elegía a un inquieto campesino de la Vega que, sin tener educación cultural, "tuvo la valentía de contar las verdades de lo que conoció de Lorca". Por último, La luz atrapada cierra la obra de Vaquero. Son versos sobre el amor en los que se desnuda y abandona.

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