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Todo es posible en Bombay

  • Tras la exitosa película de Danny Boyle está la novela '¿Quién quiere ser millonario?' del escritor indio Vikas Swarup, un ejercicio de divertimento

Detrás de la celebrada película de Danny Boyle, Slumdog Millionaire, hay una exitosa novela de Vikas Swarup, ¿Quién quiere ser millonario?, publicada en 2005 y reeditada al socaire de la versión cinematográfica. Y ¿quién es este autor indio, dueño de esta pequeña mina de oro? Nacido en Allahabad, en 1967, Swarup pertenece a una reputada familia dedicada a la abogacía, aunque él se decantó por la Historia Moderna, la Psicología y la Filosofía antes de incorporarse al cuerpo diplomático de su país, un cometido que lo llevaría a puntos tan distantes, tan distintos como Etiopía, Turquía, Estados Unidos e Inglaterra.

Este bagaje cosmopolita marca esta primera novela suya. Además la escribió en inglés y, pondríamos la mano en el fuego, pensando en el lector occidental más que en sus compatriotas. No debe extrañarnos, pues, si la crítica ha atado a Swarup a la misma cuerda de Salman Rushdie y otros retratistas occidentales de la antigua colonia británica, ni tampoco que Rushdie sólo haya tenido malas palabras para su libro.

El protagonista es un joven huérfano, Rama Mahoma Thomas, un chico del arroyo de Mumbai (la antigua Bombay), quien, como dice el adagio italiano, ha sabido hacer tesoro de la experiencia. Rama decide presentarse a un concurso de televisión que ofrece un sustancioso premio de mil millones de rupias a quien responda correctamente una docena de preguntas sobre los temas más dispares. El chico las responde. Y entonces los mandamases televisivos, faltos de liquidez, recurren a los ogros de la policía para quitarse de encima a ese slumdog millionaire (algo así como "zarrapastroso millonario"), un gusarapo situado al final de la cadena alimentaria que ha osado desobedecer una regla de oro dentro y fuera de la India: "Nunca cruces la frontera que separa a los pobres de los ricos". En el último instante, a Rama se le aparece un hada madrina en forma de abogada, Smita. El chico le cuenta a ella (y a nosotros) cómo ha aprendido cosas tan peregrinas como cuál es el planeta más pequeño del sistema solar o quién inventó el revólver en 1835. El relato se abre así a recuerdos ajenos, según una sugerente estructura abierta, y sus historias se entretejen a las de otros aumentando el colorido de la novela.

Rama hace recuento de una vida permanentemente al límite. Nos habla de su condición de expósito acogido por un sacerdote inglés que le enseña a hablar y leer en el idioma de Su Graciosa Majestad; de su paso por hospicios de donde únicamente escapan los más fuertes o más inteligentes; de su tropiezo con una banda criminal dedicada a mutilar a niños pobres y obligarlos a pedir limosnas en la calle; de su trabajo como guía ilegal en el Taj Mahal; de su experiencia en casa de una antigua diva de Bollywood que le descubre el lado menos refulgente de quienes alcanzan el estrellato; etc. Pasan muchas cosas, extremas, exageradas. Todo parecer ser posible en Bombay. Pero sería un error valorar la novela a partir de los parámetros de "veracidad" o "verosimilitud" (otra cosa distinta es la dulcidumbre o lo descafeinado de ciertos pasajes). ¿Quién quiere ser millonario? no es una crónica realista, sino un cuento de hadas que, por esta vía oblicua, nos acerca a una realidad otra, no tan diferente a la occidental. ¡La naturaleza humana!, se me dirá. Pues sí, pero también la globalización, la americanización, o como diantres se llame el proceso sociopolítico en marcha.

Y es que en la India también el dinero mueve la rueda del mundo, y el sueño del éxito fácil desvela a sus habitantes. Ahora sabemos que la televisión es el Invento del Maligno allí como aquí, una tentación cuyo fin no es empujar al pobre mortal a las simas del pecado, sino hundirlo en una estupidez abyecta. Los jinetes del Apocalipsis, hoy, cabalgan a lomos del Conformismo, la Mediocridad, el Exhibicionismo y la Hipocresía; unos caballos y yeguas bien cebados en las cuadras del poder y espoleados sin piedad en circuitos televisivos (Acaso el futuro de la especie humana no sea su aniquilamiento, sino su conversión en una única raza de mentecatos). Todo esto y algo más, para quien quiera buscarlo, salpica una novela más simpática que profunda, es cierto; más pulcra que intensa, sí; un divertimento, en definitiva, y a mucha honra.

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