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Aquel "profundo timbre, dulce de azúcar morena"

  • A Carlos Cano y a Pradera les unió mucho más que una gira y un disco

  • Ella lo consideraba "un hijo muy querido"

Ni una gira, ni un disco homenaje. A María Dolores Pradera y a Carlos Cano les unió, antes que nada, María la portuguesa. La artista madrileña la cantó en una canal de televisión cuando aún no conocía al granadino. Lo que ella no sabía es que la hija menor de Cano, Paloma, la estaría viendo en televisión. En seguida, la cría fue a buscar a su padre para contarle que "una mujer le había robado la canción". A los pocos días, el cantante le llamó para decirle que se la regalaba. "Ahí empezó nuestra amistad", recordaba emocionada Pradera en una entrevista en Canal Sur.

La artista supo hacer suya aquella mezcla entre fado y pasodoble compuesta por el granadino en homenaje a Amalia Rodrigues, uno de los símbolos de la canción portuguesa, y la grabó en varios trabajos, entre ellos A mis amigos (1987), Por Derecho (1991) y A Carlos Cano (2001). Este último cedé recogió los pasodobles, fados, coplas y habaneras que cantó con el artista granadino durante la memorable gira de Amarraditos, con la que recorrieron juntos la geografía española entre 1997 y 1998.

El cantante granadino decía que estar a su lado era "como sacarse un máster en fina ironía"

"Era una deuda pendiente que tenía con él. Teníamos previsto haberlo grabado el año pasado juntos, pero yo me caí y estuve una temporada mala. Cuando volvimos a retomar la idea, el se puso enfermo y al final le terminamos perdiendo al pobrecito", contaba Pradera una de las presentaciones del disco-homenaje en 2001.

La madrileña también grabó en A Carlos Cano el tema A las 5 de un 5 de junio, una obra inédita que Cano "compuso en el 72 y que no había grabado nunca. Es una canción dedicada al nacimiento de Federico García Lorca, que él siempre había querido que yo cantara, pero que debido a su extrema timidez no me lo propuso hasta que un día, en 1998, como quien no quiere la cosa, me la entregó interpretada por él y me enamoré de ella". Pradera se acercó más al autor de Yerma cuando fue a visitar en 2006 su Casa-Museo en Fuente Vaqueros en el XX aniversario del espacio, dirigido en aquel entonces por el poeta Juan de Loxa.

Para ella, los meses de grabación de A Carlos Cano fueron "duros, porque ha sido una grabación trabajosa, emocionante y laboriosa", entre otras cosas porque la muerte de Cano le afecto "muchísimo" a su voz.

Pradera recordaba en una entrevista con la periodista de El Mundo Carmen Rigalt que Carlos llegó a su vida en un momento delicado: "Él me dio la mano para volver a los escenarios. Estaba delicada, había sufrido una caída en el Palau de la música de Barcelona y tuve que retirarme por los vértigos. Me sentía fatal, era incapaz de cantar en público. Luis del Olmo me dio un homenaje en el mismo escenario de mis sufrimientos y allí canté con Cano. Fue un momento muy especial. Él acababa de salir de su problema de corazón y yo me sentía aterrorizada con mi tema. Nos dimos la mano mutuamente, mejor dicho, Carlos me la dio más a mí, porque él es joven y fuerte. Aquel día empezó todo y con su ayuda salí adelante".

Juntos, recordó a Rigalt, "hemos hecho una gira que todavía está viva, como se dice en el argot teatral, es decir, que podemos continuar en cualquier momento porque existen muchas ofertas". El tour de conciertos nunca llegó a realizarse, pero al público siempre le quedará recordar a Pradera de la mano de Cano, que decía de ella que estar a su lado era "como sacarse un máster en fina ironía", en la canción con su nombre que aparece en El color de la vida (1996): "Con esa delicadeza / propia de una golondrina, / ahí viene la flor más fina, / la rosa más perfumada [...] Profunda y negra la voz / dulce de azúcar moreno, pa' cantar bonitas coplas / a la luz de las estrellas, /al compás de una guitarra con el alma guerrillera, / los ojos de ella, /las manos el estilo y la manera, / de cantar, siendo española / a toda América entera".

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