arte

Esa realidad cuestionada

  • Antonio Montalvo exhibe su mundo de incógnitas en una exposición casi retrospectiva en el Condes de Gabia

  • El pintor reúne una treintena de lienzos

Comenzar escribiendo sobre la importancia de los artistas granadinos en el contexto general del arte español es, quizás, a estas alturas redundar en una cosa totalmente sabida y que, hasta puede resultar pesada. Pero posicionar el nombre de Antonio Montalvo (Granada, 1982) en su lógico emplazamiento, es acudir a esa realidad indiscutible que tiene por centro neurálgico la Facultad de Bellas Artes la ciudad. Él es otro de los nombres propios del arte granadino que, continuando la estela de sus ilustres compañeros de un par de promociones anteriores, surge con mucha fuerza de las aulas universitarias para transitar por lo mejor del arte español y dejar constancia de una realidad artística de absoluta contundencia e indiscutible clarividencia pictórica.

Como ocurrió con sus grandes antecesores granadinos, el Palacio de los Condes de Gabia vuelve a ser el ideal escenario expositivo para marcar un antes y después en la, ya, contrastada carrera de este artista. Una muestra casi retrospectiva, de esas importantes de media carrera, que va a dejar constancia del poder creativo de un Antonio Montalvo, como decimos, artista imprescindible en el dispositivo plástico de nuestra país y realidad absoluta de una pintura moderna que sigue manteniendo viva la posición de una pintura, dada por muerta desde hace varias décadas, y felizmente de actualidad gracias a la fortaleza creativa de autores como el que nos ocupa.

La exposición casi retrospectiva deja constancia del poder creativo de Montalvo

El creador granadino llega a la sala principal de los Gabias de forma individual, después de que lo hiciera, en el 2010, en aquella recordada colectiva, La imagen y el animal; es, pues, la primera exposición en solitario en su ciudad natal y en ella nos ofrece algunos de los esclarecedores aspectos de una pintura que, ya, posee un lenguaje muy particular y una condición estética personal e intransferible. Comisariada por María de Corral y Lorena Martínez de Corral -todo un lujo-, nos ofrece esa estructura compositiva en la que la visión de lo real no es más que un juego de intenciones para provocar nuevas situaciones en un posible espectador implicado. La exposición nos conduce por ese sistema interpretativo del artista por el que la realidad, justamente interpretada desde un desarrollo pictórico pulcro, esencial y lleno de intensidad plástica, asume posiciones que no se detienen en la mera fórmula visual de lo que la mirada atrapa. En la pintura del artista granadino hay un claro sustrato polisémico, un juego de presencias que hace transitar hacia unas ausencias que laten en un misterioso ámbito muy sutilmente planteado. En las pinturas, aun en aquellas con signos de mayor literalidad -Ticio, Irene, Piel de oveja-, subyace un profundo sentido metafórico, una realidad a contracorriente, un ejercicio complejo de posturas mediatas e inmediatas que nos hacen sustraernos a los impactos visuales de lo concreto para adentrarnos en espacios presentidos que buscan y desarrollan nuevos argumentos. Son escenas que teatralizan universos ficticios, que dejan en suspenso la visión de lo que se ilustra y se abren a nuevas perspectivas.

En la obra de Montalvo nos adentramos por sistemas de doble naturaleza interpretativa, de manifiestas ambigüedades semánticas, de posiciones encontradas que surgen exuberantes de una pintura muy bien confeccionada, con marcas figurativas de clara contundencia formal; una pintura desarrollada desde esa paleta de tierras y verdes brumosos que localizan, muy bien dibujadas en un mágico escenario, las partes conformadoras de ese juego metafórico que busca la complicidad de una mirada ajena.

La pintura del granadino, barroca en su concepción física, presenta infinitos matices y elementos que retrotraen a un clasicismo lleno de objetos, animales y plantas, todos de muy dispar naturaleza, que formulan una especial simbología, marco central de ese planteamiento iconográfico de contundente doble sentido tan propio del autor.

Estamos en una exposición que marca las buenas disposiciones del arte que se hace en nuestro país. Montalvo es un artista especial en este sistema creativo actual. Esta exposición, clara, bien confeccionada y mejor seleccionada, desentraña las posiciones pictóricas de un artista cuyo espléndido continente se sustenta en un contenido abierto que deja en suspenso un único discurso.

De nuevo, la Diputación nos acerca a los estamentos artísticos del mejor arte protagonizado por artistas que forman parte de esa esplendorosa generación que, desde Granada, magnifica el Arte Contemporáneo de toda España. Antonio Montalvo es una realidad aplastante, un artista con un lenguaje personal que abre infinitas perspectivas en una figuración llena de sentido.

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