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El realismo lírico de Escribano traspasa los límites del tiempo

  • 'Los caballos ciegos' componen un puzle de treinta relatos cortos que reviven la infancia feliz de la escritora granadina

Es una costumbre innata eso de cerrar los ojos para recordar algo del pasado. Al menos, la mirada suele irse muy lejos cuando quiere revivir un olor o una sensación.

Mariluz Escribano llora en Los caballos ciegos "la pérdida de una casa, una gente y un sistema de vida" que hicieron de su infancia "un territorio feliz". Los treinta relatos que lo componen parten de Pedrosa del Príncipe, un pueblo castellano donde la autora granadina aprendió a andar y en el que transcurrió gran parte de su infancia. Se cruzan en las historias personajes rurales y urbanos, momentos autobiográficos o inventados. Sensaciones vitales en cuentos como Goya, En el río, Día de Oro o Memoria imposible que hablan de la niñez y la vejez, la ceguera, la soledad o la libertad. El libro comparte cierto paralelismo con el Macondo de Cien años de soledad y la increíble capacidad que tiene el realismo mágico para sorprender con lo más sencillo, a través de un lenguaje claro y preciso.

Para la autora, sin embargo, y el estudio preliminar de la obra que realiza Remedios Sánchez García, lo suyo sería más bien realismo lírico: "Huyo mucho de la narración pura y dura -dice Escribano-. Lo mío es más bien una prosa impresionista", con pinceladas y con ciertas dosis de magia.

La ceguera posibilita ver más allá. Ya en el emblemático título de la obra propone al lector el reto de escribir su propia historia. "Los caballos ciegos es el cuento que nunca pude escribir. Surgió a raíz de una noticia que salió en la tele de una cuadra de caballos a los que los enemigos de otra cuadra habían clavado agujas en sus pupilas y los habían dejado ciegos. No lo pude escribir por el malestar que me causó".

Ellos son la 'excusa' para rememorar las experiencias vitales de su niñez. "La madurez y la vejez tienen ya suficientes decepciones e incordios como para haber tenido una infancia sin ilusión, sin pájaros, trigo, la vida de los abuelos... es tristísimo", se lamenta. "No tener noción de infancia es no tener noción de una parte importantísima", ya que, como recuerda Escribano, en la infancia se fragua la personalidad de una persona.

La directora de EntreRíos, prepara ya el próximo número de la revista para la primavera, con un número dedicado a Juan Ramón Jiménez que contará con dibujos inéditos del onubense.

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