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"Me reconozco vagamente en el libro pero no es un diario"

  • La poeta presenta 'Fin de fuga', un poemario donde suenan cuatro años de su vida y que supone el fin de una actitud de evasión de la realidad

No es compositora, pero ha creado una partitura literaria a base de fugas. Trinidad Gan recurre a los rittornellos musicales para contar un naufragio a base de poesía. Un naufragio con rescate y final feliz.

Treinta poemas forman Fin de fuga, una obra publicada por Visor con la que la escritora consiguió el XX Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad. Ayer la presentó, acompañada por Alejandro Pedregosa, en la librería universitaria La Bóveda.

El libro es una fuga en muchos sentidos. Es una huida hacia delante y una melodía en la que la poesía se encadena con esa estructura en la que distintas voces, sucesivamente, van interpretando el mismo tema. Aquí, un personaje forjado a base de sus propias experiencias es el que cuenta el "desamor, el deseo, la soledad, el paso del tiempo, la noche, la perplejidad ante los actos crueles en la historia del día a día y la fragilidad del ser humano".

Es autobiográfico en el sentido de que "descubro en él un personaje de mí misma" pero no un diario. "Me reconocía vagamente en el libro, pero la poesía no es realidad", explica Gan. "Lo escribí durante cuatro años", dice su autora, "y refleja de algún modo experiencias personales: fuga de la realidad, de evasión, de pérdida amorosa".

A los rittornellos constantes. A esa obsesión circular de la vida. A los naufragios y los rescates felices. A todo eso suena Fin de fuga, que cuenta entre sus tesoros con unos versos tajantes: "Quien carga con su duda/ carga también su infierno". Explica que no hay nada peor que la duda, que la espera. Y ante ellas sólo toca pararse y decidir, nunca huir. "La duda es un infierno hasta el momento en que te decides".

El libro está dividido en diferentes partes: el Naufragio, la Selva del deseo, Rondas de olvido y dos últimas partes: Oráculos (poemas cortos) y Centinelas (poemas dedicados a amigos y a mi familia)" que finalmente ayudan al personaje del libro a llegar al rescate". Las cosas más pequeñas son las que hacen feliz a Trinidad Gan. Como los versos. "La naturaleza, los amigos, el apoyo de la familia, la literatura, por supuesto", dice. Gracias a todas esas cosas compone una poesía que se convierte en una batuta para quien la escucha. Algo que mueve, que toca y que sorprende.

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