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Un rival para elogiar la Alhambra

  • El colectivo Joya: arte+ecología inaugura a los pies del palacio nazarí una instalación construida con la metodología de la época islámica · La obra representa el respeto por el medio ambiente ya que han utilizado elementos como la tierra, el agua y las cenizas

Pocas veces a la Alhambra le surge algún rival pero ayer, a sus pies, la mayoría de los paseantes fijaban su vista no en el monumento sino en una construcción que levantó una gran expectación y que precisamente pretende elogiar la antiquísima técnica con la que se construyó el palacio nazarí. La Bienal de Arte Contemporáneo del Milenio inauguró en la orilla del Darro una obra del colectivo Joya: arte+ecología realizada por los autores Simon Beckmann, Donna Mary Beckmann y Gonzaga Gómez-Cortázar. Su objetivo es homenajear a la tercera edificación más grande del mundo construida en tapial, sólo después de la Muralla China y una mezquita de Mali.

El trabajo de este colectivo expresa cómo es posible hacer construcciones de una forma ecológica. No es muy habitual hoy en día pero Simmon Beckmann explicaba que precisamente "la Alhambra es un buen ejemplo de que se puede hacer".

Para ello a lo largo de cinco días los artistas han seguido fielmente la metodología de la época islámica para realizar un muro y figuras a modo de vasijas con la arcilla del río y con la referencia de la arquitectura mudéjar como símbolo de "cultura, tolerancia e inventiva". Lo han titulado Lo que no se ve existe y tiene cualidades.

Como explicaron ayer los artistas, la obra representa el respeto por el medioambiente, puesto que han utilizado elementos como la tierra, el agua, el humo, la ceniza, el fuego y el propio río Darro. Pero fundamentalmente la tierra, el lugar del que nace y donde muere la obra por su carácter efímero. El trabajo realizado "en la tierra volverá a ella por la erosión del río, la nieve y la lluvia".

El resultado es un tapial, de un metro de ancho por tres de alto y 25 centímetros de grosor, que los autores han compactado mediante apisonado, un estilo constructivo que comenzó en la Alhambra para luego expandirse por todo el Mediterráneo.

El proceso no ha sido sencillo pero para ello, explica la directora de la Bienal, Ana García, han tenido que contar con todos los permisos. En primer lugar, los artistas realizaron una excavación en la que fueron retirando como auténticos arqueólogos cada capa de tierra cuidadosamente. Con el barro y algunas piedras fabricaron un muro que levantaron con ayuda de madera. La fosa de la excavación se convirtió finalmente en un horno de pozo donde cocieron vasijas de barro hechas por algunos curiosos con sus propias manos.

La inauguración de ayer consistía en sacar del horno aquellas piezas que habían estado cocinándose durante horas en una combustión lenta "y vigilada" -avisa Ana López- y disponerlas en el tapial como si fuera "una mesa de comedor".

La directora del certamen explica que el grupo, que desarrolla su actividad en la Cortijada Los Gázquez, en el corazón del Parque Natural Sierra María-Los Vélez, "tiene un proyecto muy interesante de arte en la naturaleza que intenta recuperar la belleza de la creación artística pero con un estética ecológica que hace tanta falta hoy en día". El arte se convierte así en un reclamo para comprender la importancia de "recuperar esas prácticas artesanales y antiguas para vivir en un mundo sostenible".

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